Capítulo 23

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VIOLETA'S BLOG

ESPAÑA, ELIMINADA

Tras una dura prórroga, España fue eliminada contra Marruecos en la tanda de penaltis. Fueron muchos los futbolistas españoles que lloraron por la pérdida. Y no solo ellos, sino muchos aficionados acabaron hechos mares de lágrimas, incluyéndome.

Ahora, las esperanzas de esta autora están puestas en Argentina. ¿Y las vuestras? ¡Os leo!

V.G.

VIOLETA

Cada vez queda menos para mi viaje a Granada. Tras la eliminación de España contra Marruecos en la tanda de penaltis, mis únicas esperanzas están puestas en Argentina. Solo espero que, mañana en las semifinales, ganen. Porque sino no sé con quién ir de los equipos que quedan. Los españoles se marcharon al día siguiente, incluso fui a despedir a Ferran al aeropuerto. A él y a mis dos nuevos amigos hechos en Doha, Pedri y Eric. Dos amistades que no esperaba hacer, pero que me han aportado mucho. Los tres han prometido venir al juicio, pero no tienen la obligación. Estarán de vacaciones cuando sea y no quiero que

Mi progenitora ordenó un vis a vis. Y no sé si aceptar, porque mi padre dice que sí y no no sé si quiero verla antes del juicio.

Los seguidores en mi Instagram han aumentado con creces, no me lo esperaba. Creé el blog y un perfil de Instagram para promocionarlo y no le iba nada mal. Acabaría siendo influencer y todo al final. O eso bromeó Diego esta misma mañana, cuando me llamó para preguntarme por Gavira. No le dije mucho sobre eso, porque tampoco supe nada más. Hablo con los chicos casi todos los días, incluso hacemos videollamadas cuando están los tres juntos.

Salgo de la tienda con una enorme sonrisa y una enorme bolsa en mi mano. Me he comprado la camiseta de la selección argentina. No solo una, sino cuatro. Dos para mis padres y otra para Diego. Mauricio era de origen argentino, por lo que sabía que le haría mucha ilusión tenerla. En la tienda, el dependiente me dió cuatro estrellas para plancharlas por si llegaban a ganar. Un buen detalle por su parte.

Subo en el uber que he pedido y este me deja en el hotel. Dejo las camisetas en la habitación, me pongo la mía y salgo de nuevo, solo que esta vez con otro destino diferente. Conocer Doha. Visito el museo de arte islámico. Aunque no sea mi religión, siempre he tenido mucha curiosidad por su arte y cultura antigua.

Voy por uno de los pasillos, viendo un cuadro, cuando un chico me para. No es muy mayor, quizá tenga unos treinta y pocos. Su atuendo no es típico qatarí, sino que va con un traje muy americano.

–Violeta Beltrán, ¿me equivoco? – pregunta en un perfecto inglés.

Agradezco tener un nivel aceptable de dicha lengua, porque aquí en Doha todo el mundo habla arabe e inglés. Y el arabe no es mi fuerte, tan solo conozco un par de frases e insultos.

–Es Gallardo desde 2014 señor – le corrijo.

Me cambié el apellido y nunca me arrepentí. Prefería llevar el apellido de mi padre y su marido que no el de mi madre o mi supuesto padre que nunca llegué a conocer.

–Oh sí, mis disculpas. Soy Víctor Fontaine, vengo a proponerle algo.

No digo nada, sino que dejo que siga hablando.

–Trabajo en una editorial madrileña. Y viendo su magnífico historial en Il Giornale Romano, me gustaría hacerle una oferta. Eso y otra cosa más.

Asiento.

–Adelante, hable – me limito a decir.

No me fiaba en absoluto de él. Un desconocido, en Doha, en medio de un museo además, me ofrecía un trabajo.

—Verá, estoy buscando a gente que pueda promocionar y gestionar la gama juvenil de nuestro catálogo. Tu tienes alcance, ahora con tu blog y con lo de Gavi, la gente tiene el foco puesto en ti.

Con lo de Gavi. No todo gira entorno a él.

Mi consciencia tiene toda la razón. Tengo todo lo que tengo por mi trabajo, esfuerzo y sufrimiento durante años. No por ser amiga de. No por besar a Gavi voy a ser más famosa o menos. Soy Violeta Gallardo. A secas. Y punto. No iba a venir don trajeado a hablarme de Gavira ni de mis logros.

—Oh siento hablar del chico, he oído que lo habéis dejado y...

—Siento ser grosera. De veras que lo siento. Pero, ¿ha venido a Doha a hablarme de un trabajo y de una ruptura que no le importa?

Sueno borde, muy borde. Pero no me importa, porque ha venido tan de repente que no me apetece escuchar.

—Perdóneme señorita Gallardo.

A menos el apellido lo ha dicho bien. Víctor suspira.

—He venido porque tengo algo que le interesa.

Le miro, porque ese tono es tan serio que me sorprende mucho. Tanto que, al bajar la mirada por un segundo, descubro que lleva un maletín. No dice nada, solo lo abre y saca una carpeta.

—Ábrala cuando esté sola. Mi número está dentro, le convendría guardarlo. Nos vemos en el juicio.

Me deja sin palabras. Tanto que, cuando por fin reacciono, ya es demasiado tarde. Porque se ha ido dejándome con la palabra en boca.

Acabo de ver el museo, pero casi ni prestó atención. No lo he abierto, tengo miedo. Ha mencionado el juicio, por lo que es algo familiar. Y nada en mi familia era bueno. Al menos de la biológica, porque de la adoptiva aún no había descubierto ningún trapo sucio. Bueno si, que mi padre era sumamente estricto, ordenado y se tomaba su trabajo a niveles estratosféricos.

Llego a la habitación lo más rápido que puedo. Estoy tan nerviosa que cuando comienzo a abrir la carpeta las manos me tiemblan.

INFORME DE ADN

Paciente: Violeta Beltrán Gallardo.

Progenitores:

Rosario Beltrán: Granada, 50 años. Madre biológica de Violeta Beltrán, prueba realizada por informes hospitalarios.

Tomás Gallardo: Granada, 47 años. Padre biológico de Violeta Beltrán. Prueba realizada por muestras de ADN. Solicitado por el mismo Gallardo en 2013.

¿Tomás es mi padre biológico?

—Vale Lett, cálmate. Como que es tu padre. En plan ya lo es y todo eso, ¿pero biológicamente?

La pregunta de Ferran a través de la pantalla es la misma que me llevo haciendo media noche. A la cual aún no le he podido encontrar una respuesta coherente. Porque no la hay. Mi padre adoptivo resulta que es mi padre de verdad. Vamos biológico. Nada del mexicano que me contó mi madre años atrás.

—En 2013 se pidió una prueba de ADN y... bueno eso. Que no hay mexicano. Que es mi padre de verdad.

Miro a mis amigos, que se han reunido todos en Barcelona. Incluidas Mia y Natalia. Hemos decidido hacer una videollamada. Desde que se fueron estaba sola todo el día. Echo de menos tener a algún amigo cerca, pero aquí es complicado.

—Dios. Es — Mia suspira —. Es increíble. ¿Lo has hablado con tu padre?

Eso me daba miedo. No miedo por su reacción, porque en el documento ponía que él mismo lo solicitó en su día. Antes de luchar por mi custodia, cosa que ahora entiendo mejor.

—¿Entonces, viviré contigo? — pregunté.

Él sonrío. Estábamos en el juzgado. Acababan de darle la custodia completa a Tomás sobre mí.

—Claro. Ahora soy tu padre. Y siempre estaré ahí para cuidarte en todo lo que ocurra. Siempre.

—Lo hablaré con él después de la final. Cuando vuelva y sea su cumpleaños. Luego, llegaremos al juicio y todo se acabará.

Todo. Adiós a las pesadillas y sueños sobre mi madre. Las infinitas lecturas de Orgullo y Prejuicio mientras oía gritos desde fuera de mi cuarto. Golpes, dolor y lágrimas. Todo lo que tuve que pasar para llegar aquí y estar a días de acabar con la pesadilla.

Y solo faltaba él en este plan. Pero no era posible. Todo se acabó, ¿no?

ATENAS | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora