mi tierra

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Mi tierra, al ojo ajeno,
puede parecerle simple,
escasa en formas, en belleza;
aplastada en excesiva calma,
poca cosa, menos que nada.
Pero es pura ilusión
porque sólo se muestra excelsa,
vibrante,
altanera
a sus hijas e hijos,
que hemos sido enviados a ella;
que la hemos elegido
aún antes de haber sido paridos.
Que hemos llorado por primera vez,
al nacer,
mientras se abrían nuestros pulmones
y exhalábamos vida,
entrelazándonos así para siempre
a esa tierra sufrida.
Mi tierra le ha dado el ritmo a mi corazón palpitante;
mi tierra guarda en sus raíces y recovecos,
mis pisadas, mis aventuras,
mis sueños,
mi primer beso.
Mi tierra solloza conmigo
y sonríe conmigo.
Aunque no la pise,
aunque pise suelos extraños,
aunque me halle ausente,
perdido, sin retorno, sin camino,
yo sigo siendo su hijo,
¡ella me lo ha dicho!
Mi tierra me sustenta,
se enorgullece de mí,
me extraña,
me espera,
respira conmigo.
¿Será el exilio eterno?
¿O algún día hallaré el modo
de desandar mis obligados pasos?
¿Me cobijará mi tierra
con sus brazos abiertos
cuando tenga que irme al viaje largo?
¿Me cantará una eterna bienvenida,
susurrando,
bajo su único cielo celeste estrellado?
¡Qué así sea!
Aunque ese sueño  lo cumpla
solo, sin mí,
mi cuerpo callado,
ya sin vida,
pero sabiéndose por fin amado.

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