Pesebre

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Esperó escondido a que todos se retiraran. Cuando el camino quedó vacío se acercó arrastrando los pies,  pies descalzos y entumidos por el frío,  doblándose ante el rugido de sus tripas vacías y limpiándose la nariz que chorreaba verde con la manga gastada de ese viejo pullover con olor a orina que algún buen cristiano le había donado.  Quitó casi con reverencia al Jesús de madera y sintiéndose ese recién nacido se acostó en el pesebre.  Y ante la mirada de los Tres Reyes Magos, de José y de María que lo observaban con ojos fríos de plástico y vidrio, se imaginó por un breve momento ... ser un hijo amado de Dios ...

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