Desertor

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Yo, aquí, ahora...

frente a las endiabladas armas

que aún endiabladas fueron santificadas,

que me apuntan de cerca, sin tregua, sin importar nada,

me declaro con la voz del corazón que suena alto

aún con mi boca amordazada

que soy y seré siempre el gran desertor.

Soy desertor de las malas palabras

esas que hieren, que matan, que cortan alas, sueños y esperanzas.

Soy desertor de un mundo de mentira,

un mundo de falsas caretas que mira con rencor al que pisa.

Me declaro desertor de las masas que ciegas caminan

y me permito abrir los ojos porque ver es blasfemar, por eso blasfemo y repudio...

a los que olvidan...

Soy desertor de falsas promesas, de falsos rostros moldeados según la era,

pintados para tapar el horror con que sienten al mundo, al otro,

al que les molesta 

con su rancio olor a inhumana pobreza,

al que les nubla el Sol del día claro con su piel de tono oscuro,

piel comida por el frío y por la mirada ajena.

Me declaro desertor ante este pelotón que quiere despojarme la vida,

desertor de este mundo rancio

que pretende vestirse de oro,

de oro robado,

para simular sus entrañas de barro.

Soy desertor de esas tristes ovejas que siguen ciegas su rebaño,

que no ven el precipicio cerca, que no ven las lágrimas de sus hermanos.

Me anuncio, aquí, ahora desertor de campañas de odio.

Me alejo de esos que odian

los colores, las banderas, los credos extraños

y despojan y desangran en nombre de un dios al que no conocen ni los conoce cuando le llaman.

Aquí, ahora, me declaro desertor

y me uno a quienes murieron antes que yo,

a los de corazones rotos

a los de ojos llorosos

a los de gritos de lamento por su tierra amada,

por sus hijos hambrientos,

por sus padres muertos.

Me uno a sus filas

como desertor de un mundo

que vomita, que tiembla, que llora, que grita

y al que miles de pelotones de ciegos atontados como el que me arrincona, aquí mismo, ahora,

a este ciego con manos cortadas, con boca tapada

pero con un corazón que les grita

¡maten a este desertor! 

y sembrarán la semilla que un viento rebelde que soplan las bocas de otros desertores que en espíritu me hacen compañía,

llevará a un nuevo amanecer.

Y volveré a nacer,

cobijado por la Tierra, por la Luna y por esa sonrisa

que aparecerá entre lágrimas de quien me recuerde de repente cuando sople una brisa...

HEREJÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora