"Carta desde la Soledad"

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Hola, hermanita, como prometí...


Tengo tu carta arrugada, mojada

y gastada de leer.

Quiero decirte que ando bien,

con un poco de frío pero de pie.

¿La comida?...No te preocupés,

sabés que me lleno con sólo ver

y mejor porque al ser liviano

no cuesta correr.

Me preguntás por mis compañeros...

Nuestro grupo se redujo,

pero el par que llegó conmigo

sigue acompañándome.

De uno, me quedó la medallita

y del otro, su espectro me habla de noche,

como dándome ánimos,

mientras me hundo en la trinchera,

esperando...

Los nuevos, acá, son novedad.

Uno, llamado Juan, me dice

que extraña a su "bobe"

y otro le dice que no la nombre

porque, además de aquel enemigo,

va a cargar con la furia del Capitán.

Y el Pablo anda ahí, ya pronto volverá.

Por maldita mala suerte dio un mal paso y la tierra le comió la pierna,

la pierna con la que sabía patear.

Ahora, sus sueños de mundial

reventaron en el aire,junto con la mina y un par más.

Yo, por fuera, sigo entero,

pero por dentro,

por dentro me cuesta respirar.

Al venir me preguntaste

si aceptaba yo tus rezos,

si creía en un Dios bueno.

- No sé si existe- te contesté.

Pero ahora que lo pienso,

sé que Dios existe,

más no sé, mi Raquel, si Él sabe que lo sé..., que existo yo, que existe esto...

Ya pronto oscurece y me llama mi Capitán,

nos tenemos que preparar,

parece que nos movemos.

-¡Qué bueno! - dice uno- Así al menos

sentimos la sangre circular.

¡Si vieras, hermanita, qué bella

está Soledad!

Cuando llegué me pareció desolada

pero ya la aprendí a respetar.

No sé si se parece al pueblo.

Aquí no hay sol que queme,

ni palmeras, ni cancioneros,

falta el horno de barro

y las historias del abuelo.

¡Extraño tantas cosas!

Hasta las goteras y el colchón

en el suelo...

Pero estoy bien, hermanita,

no te tenés que preocupar.

Cuando pueda te escribo más.

Cuidá a la vieja y leéle sólo

las partes lindas.

No hagas caso de lo demás.

Te quiero, hermanita,

un abrazo de Manuel,

desde la rugiente Soledad.

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