fantasía

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No hay nada real más allá de nuestros cinco sentidos,

repite la Lógica,

buscando que aprendamos a vivir con raciocinio.

Todo ha sido ya descubierto, nombrado y medido.

Los cuentos son sólo cuentos

que se inventan las personas,

las que no pueden aceptar que están tan solas.

Pero entonces, si los cuentos son sólo cuentos,

¿qué es eso que veo brillar

y que parece observarme en silencio

cuando en los crepúsculos del estío

me adentro descalza en el bosque

buscando un consuelo humano o parecido?

Y si todo ya tiene nombre en el océano,

¿de dónde proviene esa misteriosa voz

que me llama en clamores,

en los amaneceres de frío

cuando cobijada en la arena

lloro y ansío?

Y si no hay nada en aquel viejo cementerio

que se vislumbra cuando se baja de la colina,

y no lo pueblan más que huesos y nombres casi olvidados,

¿de quienes son entonces esas risas

y esas sombras acaso sin almas

que bailan en mágicas noches de fiestas paganas?

¿Y de quién es esa flauta que resuena en los caminos de nieve,

cuando me pierdo en ellos

buscando sacudirme de todo lo que hiere?

¿O esas huéstes de cazadores alados,

que recorren el cielo estrellado

y que dicen provenir de Tierras de Hadas

y que atraviesan los océanos

sólo para hacerme sentir amada?

¿Son sólo hijos de mi fantasía,

son despojos ciegos y deformes

que pare mi locura

y se alimentan de mi insanía?

Pero, si no existen...,

¿cómo es que me hacen tan buena compañía

y me charlan y me abrazan

y me quitan el frío

de los huesos

y del alma?

¿Y si los cuentos no fueran sólo cuentos?

¿Y si no fueran sólo fantasía?

¿Y si se tornasen reales,

precisamente por eso,

porque se los nombra,

porque se los imagina?

¿No sería esa la manera

de traerlos a la vida?

HEREJÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora