Padres

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—Todos querían venir pero AAARRRGGHH llenaba la sala de espera por completo—. Douxie soltó una risa nerviosa mientras se rascaba la cabeza.

Teagan tenía una sonrisa se emoción en el rostro y estaba recostada sobre una camilla, a su lado estaba Barbara.

—En serio quiero que seas tu la que me ayude con el parto, no quiero a nadie más—. Ella agregó, sintió su mano siendo tomada por la pelirroja la cual asintió.

—Yo estaré ahí linda—.

Teagan y Douxie habían estado los últimos 4 meses leyendo sobre paternidad y maternidad responsable y respetuosa, todo sobre bebés e incluso pensando en su futura educación y todo lo mejor para su futura hija o hijo.
Si, habían vivido muchos años y eran muy sabios, pero eso era algo nuevo.

—¿Ya tienen nombres?—. Barbara preguntó empezando el ultrasonido de la chica la cual solo tragaba llena de miedo.

Las náuseas habían disminuido por el momento pero el terror no se había ido.
Existía algo que la preocupaba todo el tiempo, ¿qué pasaría si ella corriera con la misma suerte de su madre?
No quería dejar a Douxie solo, y no quería ni imaginar no ver crecer a su bebé o que él viviera lo mismo que ella vivió.
El señor y la señora Casperan tenían algo en común a pesar del miedo, estaban esperando a ese bebé con ansias y estaban dispuestos a darle el mundo entero junto con todo el amor que pudieran entregar; querían que tuviera una infancia feliz como la que ellos no tuvieron, consejos de una padre y un madre que a ellos les faltaron, querían estar presentes.

—Si es niño se llamará Dante, como el nombre que Teagan tomó cuando publicó La divina comedia, fue la primera obra suya que me dejó leer en un lugar muy especial para nosotros así que...—. El ojiámbar se dió cuenta de lo mucho que hablaba con emoción cada vez que pensaba en su bebé, así que los colores se le subieron a la cabeza. —Dante Ambrosius,o Casperan. Nos da igual, a Teagan le gusta conservar su apellido—.

La pelinegra sonrió viendo a su esposo siendo tan lindo y tierno con ella.
El día de su boda dejó en claro que legalmente conservaría su apellido de soltera porque estaba acostumbrada a eso, además era un nombre icónico y no iba a cambiarlo, aunque sinceramente amaba ser llamada “Teagan Casperan" y eso no la enojaba.

—Y si es niña será Therese, Douxie quiere conservar la tradición de tener un nombre extraño que empiece con T—. Ella sonrió.

—Y quiero que mi hija sea igual a su madre: fuerte, hermosa, rebelde—. Douxie aclaró. —Pero espero que no sea tan rebelde como ella y me abandone por el primer mago muerto de hambre que se le cruce en el camino—.

Barbara empezó a explicar acerca de todos los cambios que pasarían en los siguientes meses y no pudo evitar algunos consejos mientras ellos asentían prestando atención a todos.

—¿Has estado comiendo bien?—.

—Ayer en la madrugada escuché ruidos en la cocina, bajé pensando que era un mapache y era mi preciosa Teagan comiendo las latas de atún de Archie—.

—¡Dijiste que no le contarías a nadie Casperan!—.

—Tomaré eso como un sí. Eres una madre muy bonita Teagan, parece que el embarazo te sienta bien—. Barbara pronunció acomodándose las gafas para mirar bien el monitor. —Yo parecía un zombie cuando esperaba a Jim, supongo que ser hechicera ayuda—.

Pero Teagan no se sentía bonita cuando había cambiado sus playeras de Blondie, las faldas cortas y sus mallas por ropa de maternidad porque nada de su guardarropa le quedaba.
Simplemente todo estaba cambiando; Douxie había empezado a darle más clases a Claire porque no quería que Teagan hiciera mucho esfuerzo, ya no entrenaba con Toby o Draal porque ya no debía hacer acrobacias o dar golpes y mucho menos hablar de tomar el bacúlo porque todos la trataban como una muñeca que pudiera romperse en cualquier momento.
Ella extrañaba mucho meterse en problemas y hacer cosas imprudentes, pero estaba consiente de que ahora cuidaba a alguien muy importante y jamás haría algo para lastimarlo.

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