10. BRYCE WITHINGALE

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El chico de cabello blanco hacía unos remates muy fuertes, y, sobre todo, se esforzaba mucho en conseguir superar a sus hermanos.

– ¡¡Balón iceberg!! – gritó para poder hacer su super técnica.

En ese momento apareció Strange en la sala de entrenamiento, que es donde estaba entrenando Bryce.

– ¡Hola! – saludó Stephen a su alumno.

– Hola Strange – respondió Withingale.

– Veo que te estás entrenando, ¿no crees que ya es suficiente por hoy? – sugirió el doctor.

– Quiero ser mucho más fuerte de lo que soy, quiero superar a mis hermanos – dijo el dios del hielo con entusiasmo.

– ¿De qué hablas? – preguntó el hechicero, y Bryce se extrañó al oír la pregunta – tú ya eres mucho más fuerte que tus hermanos.

Withingale no sabía de qué estaba hablando y Stephen siguió:

– En tu interior se esconde un poder que nadie conoce, no eres un dios del hielo normal, eres capaz de leer la mente de los demás, eso no lo puede hacer ningún otro dios de tu elemento. Eres más fuerte que tus hermanos, pero no quieres sacarlo fuera porque tienes miedo, miedo de lastimar a alguien que te importe. Y lo que tienes que hacer es combatir ese miedo y demostrarle al mundo de lo que eres capaz Bryce. Así podrás superar a cualquier adversario.

Withingale afirmó con la cabeza, lo que su maestro estaba diciendo era cierto, a Bryce le daba miedo sacar su poder interior, él sabía perfectamente que su nivel de poder era muy alto, pero le aterraba sacarlo.

Así que lo que hacía era ocultar su verdadera fuerza para así hacerle creer a Claude de que él era el más fuerte de los tres hermanos. El dios del fuego era muy orgulloso y Bryce lo sabía, pero era injusto que Withingale tuviese que esconderse de esa forma.

– No debo defraudar a Torch, él tiene que ser el más fuerte – dijo el dios.

– Pero Bryce, no puedes hacer eso, si quieres vencer al enemigo tienes que sacar tu fuerza, y lo sabes.

– Me entrenaré y ya está – añadió Bryce, ignorando las palabras de Stephen.

El chico estaba deprimido por dentro, le daba mucha rabia no poder hacer lo que él quisiese, pero tenía que ponerse en la piel de los demás. Aunque sabía le diese coraje, sabía que estaba haciendo lo correcto.

– Iré a entrenar con Byron para enseñarle a luchar, ¿vienes? – sugirió el hechicero.

Bryce afirmó con la cabeza y ambos salieron de la sala de entrenamiento, llamaron al joven Afuro que permanecía en su habitación.

El chico de cabello largo rubio hizo caso a la orden y llegó a la posición donde se encontraban su hermano y su maestro.

– Hoy te voy a enseñar a luchar, o al menos movimientos básicos para que puedas ir aprendiendo – dijo el doctor.

Byron se llenó de entusiasmo, era lo que él estaba deseando de hacer, quería aprender a luchar y a controlar sus poderes. Así que estaba emocionado y con ganas de empezar.

Los tres se dirigieron a fuera de la casa. Strange le dio una venda para taparse los ojos al dios Afuro.

– ¿Para qué es esto? – preguntó Byron.

– Es para que te lo pongas en los ojos.

– Pero con esto no veo nada – dijo confuso Terumi.

– La idea es ver los reflejos que tienes, al ponerte eso tienes que hacer caso a tus otros sentidos – aclaró Stephen – hagamos una prueba.

Byron se colocó la venda en los ojos como su maestro le había indicado. Él y Bryce estaban en completo silencio para que el chico pudiese concentrarse.

Stephen cogió una piedra del suelo y la arrojó contra él. Byron se percató y cogió la piedra al vuelo con la mano.

– ¡Bien hecho! – le felicitó su hermano.

El hechicero repitió lo mismo unas cuantas veces más. El dios parecía tener muy buenos reflejos, sus habilidades estaban muy desarrolladas.

– Ahora vamos a complicarlo, Bryce te atacará y tu tendrás que bloquear sus golpes – dijo ahora Strange – debes tener en cuenta que no le llaman Gazelle por casualidad, es muy rápido, tienes que estar atento Byron.

El dios Afuro se puso de nuevo la cinta en los ojos y Bryce se puso en posición para empezar. El dios del hielo se abalanzó sobre su hermano y le lanzó un puñetazo, Byron lo bloqueó sin mucha dificultad. Withingale siguió lanzando golpes, intentando alcanzarle, pero no consigue hacerle daño. Byron tenía un talento para la pelea, nunca había estado en ninguna batalla y parecía que ya lo dominaba. También es cierto que Bryce no se estaba empleando a fondo.

Los dos se movían muy rápido, era un tremendo choque de titanes, Bryce lanzaba patadas y puñetazos, y Byron los esquivaba con facilidad.

– ¡Ya es suficiente! – detuvo la pelea Strange.

Ambos dioses estaban cansados, Byron se quitó la venda y se la devolvió a Strange.

– Los dos habéis trabajado excelentemente, sois muy fuertes y rápidos – felicitó el maestro – pero lamento deciros que no es suficiente para poder derrotar a Bailong. Podéis descansar, mañana seguiremos.

Byron estaba muy contento por sus progresos, su objetivo era vencer a Walker, y quería volverse mucho más fuerte. Pero para ello tendría que entrenar mucho más.

– Gracias por ayudarme a entrenar Bryce, eres muy rápido – dijo Terumi.

– Tu tampoco has estado nada mal Byron – le dijo a su hermano con una sonrisa. 

Byron Love - La Espada PlateadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora