C | ❝ Querido, estoy tan con-
⠀⠀⠀ confundida, que tal vez
⠀⠀⠀ necesite un beso para
⠀⠀⠀ despertar ❞
"Y mira, Anne no era una idiota total. Sabía que la vida extraterrestre era posible. Pero tampoco puedes culparla cuando quedó extrañamente cau...
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Hay algo que la observa, que le habla y le susurra cosas dulces al oído. Manos suaves y firmes sobre su cuerpo, no puede mover ni un centímetro de su cuerpo. El agarre en el que es sostenida es cálido, suave y lleno de ternura.
Sus ojos captan los de otra persona: ojos tan hermosos, brillantes y perfectos. El chocolate oscuro que comían en el atardecer es una de las primeras cosas que se le viene a la mente. Los ojos de esta persona están llenos de profunda tristeza, rabia, angustia y tantas cosas; Anne quiere ir y abrazarlo, decirle que está bien.
Esos hermosos ojos que parecen una estación completa del año -el otoño, recuerda, una de sus favoritas- están brillosos por las lágrimas. Anne está demasiado confundida, pero puede sentir la angustia que emana esta persona, el dolor, el sufrimiento y sobre todo, Anne puede sentir el amor recorriendo su cuerpo y en cada toque que recibe.
Quiere hablar, decir algo, cualquier cosa para hacer notar su presencia. Se retuerce mientras cierra los ojos lentamente, en contra de sus deseos.
Anne abre los ojos, exaltada y con lágrimas en los ojos. Su boca se siente seca, su cuerpo duele. Cierra los ojos mientras respira y trata de calmarse y pensar: ¿Que carajos fue eso?
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—¿Estamos realmente solos en el universo, o es que existen aliens más allá en el universo?— la señorita Janette explicó, mientras la mayoría de alumnos ingresaba a el Planetario de Arcadia.
Mencionó algo sobre un volcán de bicarbonato, que Anne estaba muy segura que todos harían, -ella también lo haría, claro está- mientras pensaba en lo que había dicho.
Anne no era escéptica a eso de los aliens, extraterrestres u otra forma de vida no humana u orgánica que viviera en el mismo planeta que ella. Porque, siendo honestos, el espacio era tan basto, tan extenso y que parecía no tener fin en absoluto.
No era realmente imposible que ellos fueran los únicos en todo el universo, debe de haber al menos alguien allá afuera.
—Si claro… aliens.— murmuró, pasando junto con Krel, que tenía unos lentes muy raros. Cómo una moda ochentera exceptuando el hecho de que se veía más futurista que nada. Krel la miró, sorprendido como si hubiera escuchado algo que no cuadraba o que no le haya gustado.
