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—¡No me dejes caer!— Krel grita, angustiado mientras se aferra por su vida e integridad a un árbol que parece burlarse de él al rodar sus hojas por su rostro

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—¡No me dejes caer!— Krel grita, angustiado mientras se aferra por su vida e integridad a un árbol que parece burlarse de él al rodar sus hojas por su rostro.

—¡No lo haré, solo suéltate de ese árbol!— Anne grita de regreso, no hay una gran distancia entre ellos, pero mantener ese tono de voz alzado hace que todo sea muchísimo más divertido.

Anne le había pedido de Krel su ayuda después de compartir su momento de vulnerabilidad hace ya unos días; cuando Anne se había despertado sin Krel a su lado pero ya con un peso menos encima de sus hombros al tener a alguien más que sepa del secreto.

La ayuda consistía prácticamente en ser un sujeto de pruebas ante la magia de Anne, tan peligroso como sonaba, Krel había aceptado sin dudar. Un poco demasiado ansioso para pasar tiempo con su amiga, aunque en este momento, parecía arrepentirse de las decisiones que había tomado, pues a lugar de dejar ir a el árbol, solo parecía aferrarse a el con más fuerza.

—Krel, baja o te haré bajar.— amenaza la de cabellos rojizos brillantes al sol. A estas horas no había nadie en el bosque, y Anne quería aprovechar eso para entrenar. —¡Krel Tarron!

—No lo haré. Sabrá Seklos que me pasará si bajo de aquí.— responde, frunciendo el ceño y volteando su mirada para darle enfasis a su decisión.

—Tú lo pediste, Krel.— dice, antes de que pequeños destellos de magia salgan de sus manos. Todos van hacia Krel mientras esté trata de ahuyentarlos con sus manos, soltando el árbol y rápidamente perdiendo el equilibrio.

—¡Te tengo!— grita Anne con los ojos cerrados y alzando sus manos en dirección a Krel, que, contra todo sentido de gravedad y en contra de las leyes de la física, está flotando, su cara cerca del pasto, sin tocarlo y sin tener el golpe seguro que caer del árbol hubiera provocado.

Anne lo mantiene ahí en asombro al no escuchar ningún golpe, y cuando abre los ojos, solo lo puede ver un momento en el aire antes de que caiga completamente al pasto.

—¡Anne!— grita Krel, con la cara besando el suelo junto a todas sus extremidades. No se mueve más, solo dejándose ser uno con la tierra.

—Vamos Krel, no seas un dramático.— dice la de melena roja, mientras camina hacia su amigo en el césped, poniéndose de cuclillas para pinchar su cara. —Vamos Krel, levántate, vamooos. Krel, Krel, Krel.

Dice su nombre como una mantra, mientras ante cada mención de su nombre, pincha su cara con su dedo. Hay un movimiento y luego Krel se intenta abalanzar sobre ella, palabra clave en intenta, porque aunque el sea más grande, Anne ha aprendido a ganar fuerza de mala manera, y no hay manera en que Krel le gane.

La victoria y sonrisa de Krel solo dura un momento antes de que sus muñecas sean sujetadas con fuerza, algo que seguro le dejara moretones, las manos aplican presión y antes de que se de cuenta, su espalda presiona contra el pasto húmedo mientras Anne está encima de él.

²𝑪𝑶𝑵𝑭𝑼𝑺𝑬𝑫 | Krel TarronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora