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Anne era curiosa por naturaleza, cómo cualquier humano; tenía esa necesidad de saber cosas que no se le permitían o a las cuales no podía acceder, pero había una delgada línea entre lo que era curiosa y entrometida

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Anne era curiosa por naturaleza, cómo cualquier humano; tenía esa necesidad de saber cosas que no se le permitían o a las cuales no podía acceder, pero había una delgada línea entre lo que era curiosa y entrometida.

Esta vez, jura, mientras le tiende un burrito a Krel, no fue su culpa encontrarlo. Parece que Krel la ha tomado como una especie de guía y mano ayuda, porque cuando él necesita ayuda, él la llama. Incluso para las cosas más simples, -cómo pelar una naranja, por ejemplo- hasta cosas un poco más complicadas.

Ella comprende, el señor Uhl le contó sobre la situacion de los hermanos Tarron para que fuera más empática. Un golpe de estado. Perder su hogar los ha dejado devastados, y Cantalupia no aparece como algo existente o se tiene algún registro de ello, tal vez una isla o una comuna muy aleja de Sudamérica o en Europa tal vez.

Cómo decía, tal vez en Cantalupia eran más tradicionales, menos tecnología, probablemente, no lo sabe. Pero por esa razón, tiende a no suspirar de frustración mientras le explica a Krel cómo limpiarse con una servilleta y no con su mano llena de salsa.

—Es simple, solo pasas la servilleta por tu boca, y la doblas para que no vuelvas a limpiarte con un lado sucio.— Anne dice, viendo como Krel se estaba pasando toda la servilleta por el rostro. Las manos se detienen mientras miran al pedazo de papel con confusión.

Anne niega mientras agarra otra servilleta, su mano se dirige hacia la mandíbula de Krel, haciendo que el rostro de Krel gire hasta que sus ojos están posados en ella. La servilleta se pasa por su boca y su alrededor, sin aplicar presión, Anne tiene que alzar un poco su barbilla para limpiar cada mancha de salsa.

Se detiene, un poco conciente de cómo son sus actuales posiciones. Aunque Krel parece más agradecido al ya no sentir salsa en su rostro. Suelta su barbilla mientras le da otra servilleta para sus manos, desviando la mirada mientras lo cubre dándole una mordida a su burrito.

Debería de hablar sobre otra cosa importante, cómo el espacio personal. El de ambos. Aunque a ella particularmente no le desagrada el contacto, tal vez Krel sea el caso contrario.

Krel le llama, algo sobre ver una tienda que ya ha visitado un par de veces en su estancia juntos mientras le pasa unos dólares a el señor de los burritos, que parece querer negar el dinero, pero ella también es terca. ¡Además, parece que conocen a Krel!

 ¡Además, parece que conocen a Krel!

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²𝑪𝑶𝑵𝑭𝑼𝑺𝑬𝑫 | Krel TarronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora