¿Y si los hermanos Salvatore no fueran dos? ¿Y si en realidad tuvieron una hermana? Ella es Allison Salvatore, la cuál es salvada junto a su amigo de la infancia por unos brujas del linaje Bennett, la condición es que tendrán el espíritu de dos anim...
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— Eso no lo detendrá por mucho — comentó la coyote al ver que su hermano amarraba al hibrido aún inconsciente con unas cadenas viejas.
— Lo se — respondió con un gruñido el azabache — ¿Que más tenemos? —
Elena llenaba una cuerda de matalobos y verbena.
— Rick, ten esto — hablo terminas si su acción.
Damon sin mirar a la jumaba intentó tomar la cuerda, su piel ardió al sentir la verbena.
— ¡Auch! — grito volteando a mirar mal a la humana.
— ¡Dije Rick! — se defendió alzando las manos.
Alaric tomó las cuerdas y empezó a amarrarlo con fuerza.
— Ya no tenemos más verbena — comentó el adulto — Ya no podemos detenerlo — finalizó el amarre con un jalón fuerte — No llegaremos al risco antes de la luna llena —
Allison se acercó al hibrido con precaución.
— Si logramos que hable no va a hacer falta — informó mirando al tipo inconsciente.
De la nada el chico despertó con un fuerte quejido, miró a todos y soltó un fuerte grito de dolor, sus huesos comenzaron a romperse e intentar re acomodarse, estaba iniciando su transformación.
— ¿Se está transformado? — pregunto confundida la humana.
Allison tomó al chico de los hombros para retenerle.
— Imposible, aun no es luna llena — comentó mientras esquivaba las mordidas del licántropo.
— Díselo a él — agregó el profesor.
El licántropo empezó a lanzarle mordidas, logró morderle el antebrazo dejándole una dolorosa marca de mordida, Allison le rugió haciendo brillar sus ojos, esto calmo un poco al rubio parando sus mordidas.
— Eso es un don — murmuró el azabache al ver más calmado al chico.
Pero el silencio se vio interrumpido cuando los gritos del licántropo volvieron a comenzar, esta vez de dolor y sin parar de sentir como su cuerpo se reacomodaba.
— Suficiente — espetó la morena — Allison, ya es suficiente, vámonos —
La coyote se iba a alejar pero el licántropo la miró a los ojos con súplica, cosa que atrapó a la mayor.
— Por favor, ayúdame — murmuro entre jadeos de dolor.
A la coyote se le hizo un nudo de dolor en el pecho, quería quedarse a ayudarlo.