⊷⊶⊷⊷⊶⊷《 3 》⊷⊶⊷⊷⊶⊷

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Rosé

Eso es, nena—Lisa elogió a nuestra compañera, masajeándole la parte de atrás de la cabeza para calmarla.

Estaba muy nerviosa, lo cual me molestaba, pues nuestro instinto protector se había vuelto muy fuerte.

Ver a nuestra omega sin reclamar aún medio desnuda frente a ese montón de hombres había desatado unos celos increíbles en nosotras, volviéndonos demasiado posesivas.

Demasiado exigentes.

Había soñado con el momento de encontrar a mi compañera toda mi vida. Me había dado por vencida en los últimos años, por eso cuando Lisa me dijo que creía haberla encontrado, pero que no la había visto aún... joder, no pude evitar ser escéptica al respecto.

Dudaba de poder esperar tantos meses para averiguarlo y tener la seguridad. Lisa se había ido a trabajar para el Consejo. Yo había estado ocupada con mis obligaciones de alfa. Cuando Lisa regresó, todavía con la seguridad de que nuestra compañera podría estar en aquí, Montana, no esperamos ni un segundo más.

Tan pronto como capté su olor en la gasolinera, estuve tan segura como Lisa.

Era de ella, de nuestra omega.

Debíamos seguirla... y nada menos que directamente a un puto club nudista.

Esta era una loba que mostraba el cuerpo a cualquiera que saliera de la autopista y entrara al lugar a echar un vistazo. Los únicas que debían concurrir para verle ese precioso cuerpo esculpido eran sus alfas.

Lisa y yo.

Por eso ahora el trasero de ella tenía un bonito tono rosa. Era por eso que la teníamos en nuestros regazos, haciéndola correrse para nosotras.

Le dábamos castigo y placer en igual medida. Si la elección del disfraz para su actuación en el escenario era un indicio, entonces ella buscaba a alguien que la tomara en sus manos y la cuidara. Por suerte para ella, tendría dos compañeras para hacerlo.

Aunque estaba segura de que Jennie nos reconocía como sus compañeras por nuestro olor, ella estaba muy lejos de aceptar ese hecho.

Nunca nos imaginamos encontrar a nuestra pareja en un club nudista.
Me imaginé que ella sentía exactamente lo mismo.

De hecho, estaba seguro de que todavía estaba pensando en huir, en irse de aquí. Y claro que nos iríamos de aquí, pero juntas.

Miré a Lisa y ella asintió.

La ayudamos a ponerse de pie, aún ocupando el espacio entre Lisa y yo, con sus pequeñas bragas blancas tensadas alrededor de sus muslos. Sentí cómo goteaba de deseo ante la vista. El olor de su excitación era embriagador y potente, y lo tenía por todos los dedos.

Mi lobo estaba ansioso por quitarse la ropa, tomarla por detrás y follarla con desenfreno. Aquí. Ahora...

Pero eso no sucedería.

No en una habitación clandestina de un club nudista. De ninguna manera. No podría basar mis acciones en lo que mi polla y mi lobo querían en el momento.

Lisa le acomodó el cabello hacia atrás mientras yo le apretaba uno de los glúteos sonrojados.

Su mirada era salvaje; sus senos rebotaban por la agitación de su respiración nerviosa. Puede que ella prácticamente se hubiese corrido en mi mano segundos antes, pero eso no la había calmado.

—Shh —susurré, tratando de taparla con su minúscula blusa tanto como fuera posible—. Todo está bien, nena.
—Vienes con nosotras —dije.
Sacudió la cabeza.

—Yo... acabo de conocerlas. Compañeras o no, son extrañas, y no voy a ir a Wyoming con ustedes.

—No iremos a Wyoming. Vamos a tu casa. —Mis manos se desbordaban con su firme trasero mientras lo apretaba. Joder, se sentía bien—. ¿Pensaste que ese sería el único orgasmo que te daríamos? No, dulzura. Vinimos a darte placer toda la noche.

Sus cálidos ojos negros cambiaron a ámbar y olfateó nuestro aroma con una inhalación lenta de sus fosas nasales. Ella no podía ignorar a la biología; la innegable atracción sexual entre nosotras era algo que iba más allá. Sabíamos que ir a su casa la haría sentir más cómoda.

Por mucho que la quisiéramos en nuestra casa, en la tierra de nuestra manada, no haríamos ese viaje esta noche. Probablemente ni siquiera mañana. Le daríamos todo el tiempo que necesitara para asimilarlo.

También necesitábamos averiguar por qué diablos tenía este trabajo de desnudista. Ella podría hacer este tipo de espectáculos solo para nosotras cada que vez que se excitara, pero dudábamos de que se exhibiera de esta manera solo por gusto. No, por la forma en que se había rendido a nosotras, tenía la sensación de que ella realmente quería ser solo nuestra.

Nuestra chica tenía una razón más allá del placer para estar aquí, y fuera la que fuera, nos encargaríamos de ello. Era nuestro trabajo ahora cuidar de ella.

—Tengo otro show en un momento. —Miró hacia la puerta.

Lisa se puso de pie y le acarició el cabello una vez más.

—Me ocuparé de ello.

—El único show que harás a partir de ahora será para nosotras.

Ví un gesto de inquietud en su mandíbula. Parecía que sabía que no debía discutir con nosotras, pero no le gustaba.

—Hora de irnos.

Bajando la mano, empezó a subirse las bragas.

Detuve el movimiento con una mano para luego hacerme cargo de la tarea, pero en vez de subirle las bragas, se las bajé hasta los pies.

—Sin bragas hoy, te quiero desnuda y lista para mí. Levanta tu pie, buena chica, ahora el otro.

Ella cumplió y yo metí el pedazo de tela húmeda en un bolsillo, le cogí la mano y la llevé por el club por última vez.

𝐃𝐈𝐒𝐎𝐁𝐄𝐃𝐈𝐄𝐍𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora