⊷⊶⊷⊷⊶⊷《 8 》⊷⊶⊷⊷⊶⊷

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Jennie

Lisa se quitó la camisa y se sentó al revés en una de las sillas de la cocina de John.

—Quiero el nombre de Jennie en letras grandes en mi espalda —le dijo.

John, un mestizo de cincuenta y tantos años que nunca se transformaba pero que aún seguía siendo parte de la manada, inclinó la cabeza a un lado para considerarlo.

—¿Colores? —Su profesión habitual era la de artista de cerámica, pero su habilidad con la tinta le había llevado a convertirse en uno de los artistas tatuadores cambiaformas más solicitados del Oeste.

Lisa me miró.

—¿Qué te parece, kitty?

John resopló.

—Nunca había oído a nadie llamar a una loba gatita.

—Me gusta —le dije. Es curioso como ya estaba defendiendo a mis compañeras.
Reclamándolas, me apetecía el sobrenombre, me hacía sentir inocente y cuidada—. Pienso en azul.

—Azul. —John esbozó las letras en un gran papel primero para el tamaño y el espaciado, y luego preparó su máquina con la tinta y un poco de polvo de plata.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —le pregunté.

Su decisión se sintió tan impulsiva como todas mis decisiones, no me arrepentía de mi tatuaje, pero tampoco me había tatuado el nombre de alguien en la piel.

—Eres nuestra omega, quiero que todo el mundo lo sepa —gruñó Lisa.

John miró desde Rosé a Lisa.

—¿Nuestra omega? ¿Son de la manada de Wyoming?—preguntó John.

Rosé asintió en silencio.

John parecía impresionado.

—Guau. —Me miró—. Encontrar a tus compañeras y darte cuenta de que son dos alfas...¿Cómo te sientes al respecto?

Rosé se sentó en una silla junto a Lisa y me llevó a su regazo, parecía ser mi nuevo hogar.

No era que me estuviera quejando. Su cuerpo se sentía cálido y sólido debajo de mí, sin embargo, su agarre era tierno.

—Um...

—Todavía se está adaptando
—dijo Rosé.

Llevó la nariz a mi nuca e inhaló profundamente, haciéndome cosquillas en la piel con su mentón.

No estaba segura de si John tenía la habilidad de olfatear que no me habían marcado todavía.

La verdad era que mi resistencia era inútil, no podía luchar contra el destino. Bueno, sí podía, pero significaría enviar a Rosé a la muerte por la locura lunar, y obviamente nunca dejaría que eso ocurriera.

Además, no quería resistirme a mis compañeras. Cuanto más tiempo pasaba con ellas, más feliz me sentía. Una felicidad profunda que no creía posible, me hacía creer que tal vez toda esta conexión biológica era suficiente. Tal vez, después de todo, sí tendría la felicidad para siempre, a pesar de mi instinto de agazaparme y huir de ella cuanda la delante de mí.

—¿Dónde debería tener tu nombre tatuado? —me preguntó Rosé, extendiendo los brazos y manos para la inspección—. Quiero un lugar más visible, donde todo el mundo lo vea, todos los días.

—Aquí mismo. —Le apreté el bícep derecho, que  hermoso como el arte cincelado en mármol.

Cuando Jonh terminó el boceto del tatuaje de Lisa, me senté en el regazo de Rosé y... lo disfruté. Su aroma era embriagador y poderoso, lo tenía girando a mi alrededor, no tenía ni idea de que pudiera ser tan potente, que podían ser tan... viriles, poderosas, pero gentiles conmigo.

𝐃𝐈𝐒𝐎𝐁𝐄𝐃𝐈𝐄𝐍𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora