Capitulo cuatro: Mi primer día.

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Una noche normal en Miami, un par de sujetos se encontraban robando una tienda a punta de pistola, amenazando tanto al dueño como a los demás clientes que estaban allí.

- ¡date prisa con ese dinero anciano! - gritaba el ladrón que lidiaba con el dueño de la tienda, quien sollozaba al ser ya la segunda vez que asaltaban su tienda ese mes.

- ¡v...voy tan rápido como puedo...! -

- ¡pues ve más rápido! - le gritaba el ladrón en lo que su compañero se le acercaba con una bolsa llena de billetera, teléfonos y otras cosas de valor junto a su escopeta.

- ¡ya terminé con estos perdedores! -

- ¡bien! - ni bien el dueño termino de vaciar la caja registradora, el ladrón le quito la bolsa en donde metió el dinero y lo noqueo dándole un solo fuerte golpe con la empuñadura de su pistola. - ¡larguémonos de aquí antes de que...! - ni bien ellos dos salieron de la tienda, riéndose por un logro exitoso, ambos desaparecieron en una potente ráfaga de viento, cayendo al suelo las bolsas de dinero y pertenencias de los atónitos testigos, intentando darle estos una explicación a lo que acababa de pasar. Para cuando los ladrones se dieron cuenta, estaban volando varios metros por encima de los edificios de la ciudad, gritando y agitándose mientras que Lara los sujetaba firmemente de sus ropas mientras iba volando y tarareando alegremente una canción, momentos después ella los dejo caer en un contenedor de basura de un callejón alejado, mirando estos aterrados como ella primero doblaba la escopeta como si fuera de plastilina y aplastaba la pistola como si fuera una lata de gaseosa en sus manos antes de sermonearlos de brazos cruzados.

- ok ustedes dos, no más robos armados o crímenes de ningún tipo, si los vuelvo a sorprender haciendo algo malo yo...yo voy a...mmmm... - ella se detuvo un momento al no estar muy segura de como continuar, claramente amenazar a los criminales no era su fuerte, los ladrones por su parte pasaban poco a poco de estar aterrados a estar muy confundidos, se vieron el uno al otro de reojo hasta que ella finalmente se les dijo. - los hare volar aún más alto y más rápido, luego los arrojare a un contenedor de basura más apestoso que este y entonces de verdad los entregare a la policía ¿entendido? -

- ¡s...si! - respondieron ambos ladrones al mismo tiempo, haciendo sonreír alegremente a Lara.

- muy bien, entonces compórtense de ahora en adelante- ella se fue volando del callejón, causando una fuerte corriente de viento. - ¡adiós! - los ladrones se quedaron quietos y atónitos unos momentos hasta que uno de ellos simplemente dijo.

- creo que me hice en los pantalones... -

En uno de los caminos de la ruta sesenta y seis, una joven iba conduciendo buscando un lugar donde pasar la noche, bebía de su botella de agua cuando las luces de su auto iluminaron lo que parecía ser un burro salvaje.

- ¡oh diablos! - ella rápidamente maniobro logrando esquivarlo, pero al hacerlo dejo caer la botella que trabo el pedal del freno, impidiéndole frenar al punto de atravesar una barrera de contención que separaba el camino de un acantilado, gritando desesperada al ir cayendo al vacío, cerrando sus ojos pensando que había llegado su fin, súbitamente su caída termino súbitamente con el sonido de un impacto más suave del que esperaba al darse con el piso, confundida por eso y por el hecho de estar viva, abrió los ojos lentamente, viendo que aún estaba en el aire, pero que su auto estaba siendo sujetado en el frente por Lara, quien la miraba con una alegre sonrisa.

- sujétese bien – ella llevo volando el auto de vuelta al camino, dejándolo en el suelo suavemente antes de colocarse de manos tras la espalda junto a la ventana de la puerta. - ¿se encuentra bien? -

- creo...creo que si... - dijo la joven aun en un leve estado de shock.

- ¿quiere que la lleve a algún lado? - Lara seguía mirándola sonriendo amablemente.

Hija de SupermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora