15.- The Queen of Spades.

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Aixa esperó sentada en la cornisa mirando en todas direcciones de las calles con la esperanza de ver a Niragi aparecer.

A medida que pasaba el tiempo y el sol avanzaba sobre su cabeza podía sentir su pecho cada vez más apretado, las lágrimas surcando por sus mejillas cuando su mente le comenzó a decir que él ya no volvería.

Se quedó y espero. Impaciente y con una profunda angustia.

Sabía que había tardado, que había roto su promesa, pero estaba ahí.

¿Por qué era tan difícil que Niragi entendiera que tenía a más personas por las que sentía apreció y preocupación? Siempre lo demostró, desde el principio mostró su lealtad a todos ellos, Niragi, Kuina, Alice, Chishiya, Usagi, Ann.

¿Por qué no podía entender que ella temía por la vida de ellos en este mundo?

Si tan solo hubiera llegado a tiempo y si él la hubiera entendido.

Limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y miró al cielo, derrotada, una tonalidad de un celeste oscuro que anunciaba la tarde.

Negó para sí misma bajándose de la cornisa y dando lentos pasos hacia la puerta metálica, antes de abandonar la base que era de ellos se detuvo a ver con tristeza las abolladuras en la puerta.

¿De verdad sintió tanta ira hacía ella?

Bajó las escaleras con una amargura instalada en su boca.

Bien, si quería que todo se arreglara tenía que ganar en los juegos que quedaban. En cada uno y así tal vez ella y Niragi tendrían otra oportunidad para empezar.

Ajusto las botas, al ponerse de pie y ver el camino sintió su cuerpo fatigado por no haber comido desde anoche y por no haber descansado. Su fuerza de voluntad la mantenía de pie, quería sobrevivir y ganar en los juegos para regresar al mundo real.

Por ella, por Niragi y por sus amigos.

Con el sol ocultándose en el horizonte emprendió su camino hacia el punto de encuentro con Alice, era una enorme distancia hacia el distrito Fukuoka, más su determinación la mantuvo firme.

Al llegar donde estaba el dirigible con la carta de la Reina de Espadas miró a su alrededor, sus ojos notaron una delgada figura aproximándose del otro lado de la calle. Esa melena azabache desordenada fue fácil de reconocer.

—Alice— dijo fingiendo una sonrisa.

El chico se aproximó a ella hasta estar a su lado, ambos frente a la central térmica de Hibikanada que sería la arena de juego.

—Aixa, ¿estás bien?— preguntó curioso al ver sus ojos rojos e hinchados, se sintió inquietó al entender lo que era evidente—. ¿Qué sucedió?

Una lágrima traicionera había escapado de uno de sus ojos que tuvo que remover al instante con su mano fingiendo una sonrisa apretada.

—Niragi...— su voz falló, se quedó en silencio por un segundo para calmar sus emociones que estaba al desborde tratando de no explotar como una bomba—. Niragi se fue. Yo... No cumplí mi promesa.

Alice no tuvo que hacer más preguntas, era claro que Aixa estaba experimentado sentimientos de tristeza y no pudo evitar sentir lástima y culpa a la vez. Se sentía como el causante de eso, aun si era por una buena causa el que Aixa estuviera ayudándolo.

Apretó sus labios, avanzando hasta ella y con cuidado le brindó un abrazo que creía que necesitaba. Fue como pensó, en el instante que rodeó sus hombros la castaña había hundido su rostro en su pecho dejando escapar sollozos bajos. Acarició su espalda tratando de hacerla sentir reconfortada.

FALLING▪︎2 [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora