18.- The Great War.

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Sus pies dolían, su cuerpo dolía y sus pulmones no dejaban de soltar sangre.

Pero aun así hizo su camino, sin rumbo, tan solo dejando que su conciencia lo guiará.

Sus ojos aún cristalizados por el dolor que las palabras de Aixa le habían causado y el como su pecho era apretado de forma devastadora. Recordando con dolor como los ojos de ella lo habían mirado con tanto odio y decepción. Bastaba para hacerlo derrumbarse en un instante.

Si pudiera retroceder el tiempo, si pudiera evitar que sus malas decisiones sucedieran para que ella no se hubiera ido. Si tan solo pudiera borrar sus acciones, lo haría y daría todo por ello.

Hacer las cosas bien.

Justo cuando estaba teniendo esperanzas de haber encontrado a la persona correcta, a la mujer que podía adorar como una diosa sin culpa alguna. Y todo se destruyó por su culpa.

Tu culpa.

Mí culpa.

Bastardo, soltó esa voz en su interior con risas escabrosas que lo hacían sentir más mierda.

Sus pies se detuvieron de forma automática, sin saber el porqué su mente lo habían hecho ir a una iglesia.

¿Qué era lo que esperaba encontrar ahí?

Quizás un poco de ella.

Se introdujo sintiéndose demasiado ajeno a ese lugar, mirando las estatuas de mármol y los cuadros de como Jesús cargaba la cruz.

—Estoy muriendo y...¿Se supone que vine rezar?— murmuró con un humor ácido, tosiendo con fuerza y manchando el suelo polvoriento de cerámicas claras—. Definitivamente... Ya no me queda tiempo.

Se detuvo tras haber llegado al frente, observó el altar con atención, tan ajeno a ese entorno. No, no había nada en esa iglesia que se acercara a ella, tan solo una vaga sensación indescifrable.

La punta de sus zapatos chocaron con algo, bajó su mirada topandose con ese grueso libro que jamás en su vida había tocado. Curioso lo tomó y se sentó en las escaleras del altar hojeando y leyendo entre líneas.

—Así que fuiste bueno aún si muchos fueron malos contigo— murmuró al aire—. Sufriste por ellos y los perdonaste, y resulta que terminaron adorandote— soltó un suspiró dejando el libro a un lado con su ceño fruncido—. A ti las cosas te salieron bien, que envidia— se puso de pie con resignación al no haber encontrado lo que quería, su mente comenzando a aceptar la culpa y transformando su tristeza en algo oscuro—. Bueno, lo único que tuve se fue y como todos me odian seré nada más que eso... Algo que odiar.

Salió del lugar decidido, su cuerpo teniendo como combustible el enojo que lo abordo de golpe.

Pisoteado.

Humillado.

Alguien... Ayúdenme.

Maltratado.

Herido.

Aixa... Por favor, ven.

Una vida así en la que todos muestran odio era digna de causar una enorme catástrofe y Niragi se decidió a serlo.

—Seguiré sembrando odio en este mundo, total ya me ire al infierno después de todo y lo haré con la cabeza en alto.

No se si me odiaban por que estaba loco o... si estaba loco porque me odiaban.

Nadie vendrá.



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FALLING▪︎2 [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora