23.- Reflections.

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Soltó un suspiró.

El día había sido movido, sus piernas y brazos entumecidos tras haber hecho cinco entregas en menos de una hora y media por todo el distrito del centro de Tokio. Manejar por las calles era una arduo trabajo, llevaba a penas dos meses en ese puesto y ya podía decir que le gustaría aplicar como mesera del local. Pero solo era eso lo malo, el agotamiento físico así que borraba esa idea de su cabeza al final del día cuando el dueño del local le regalaba un plato de ramen no picante de cerdo tras su día laboral.

Dio un sorbo a su vaso de agua escuchando como el teléfono del restaurante sonaba un par de veces antes de ser atendido por la señora Ozaki que estaba detrás de la caja registradora, su voz amable y suave repetía lo mismo cada que un clente estaba pidiendo una orden.

La castaña terminó su vaso de agua mirando a su alrededor notando a unas diez personas repartidas por el local mientras comían, algunos con amigos o familiares y otros completamente solos.

—Nuevo pedido al centro de Shibuya— informó la mujer de mayor edad acercándose para dar la información en un papelito a Aixa, quien al instante ingreso la dirección en el celular que el restaurante le había dado paa ese trabajo. Ingresó el número del cliente y todo lo demás de manera rápida escuchando como la señora Ozaki informaba al cocinero sobre el nuevo pedido.

—¿Hoy dijeron que iba a llover?— preguntó en voz baja tras haber dado una rápida mirada al exterior notando unas extrañas nubes oscuras que según ella no habían sido notificadas anoche en el pronóstico.

—No, dijeron que habría un alto índice de humedad... Pero si pareciera que va a llover— murmuró con cierta preocupación la mujer—. Te traeré una capa para la lluvia, no vaya aser que llueva en el camino.

—Oh, señora Ozaki, no es necesario...

Pero ya era tarde, la pequeña y anciana mujer ya había ido al la oficina del restaurante para buscar en los objetos para los empleados.

Una suave sonrisa apreció en los labios de la jóven, sintiéndose agradecida y apenada a la vez de la atención que la señora Ozaki le brindaba a todo tiempo. Era la mejor jefa que había tenido en su corta vida, ¿y cómo no serlo si ella y su esposo eran los dueños del restaurante de ramen que estaba justo en frente del antiguos 7-Eleven en el que trabajaba antes? Los mismos señores que la habían ayudado en su recuperación en el hospital y la visitaban cada día sin falta.

Todo estaba difuso... lo que había sucedido hace dos años atrás.

El meteorito cayendo en el centro de Shibuya.

La catástrofe.

La ola de expansión azotandolos y causando que escombros cayeran, el hígado perforado de Aixa por un fierro el cual le causo un paro cardíaco por más de un minuto y medio.

Su corazón se había detenido por un minuto cuarenta exactamente, los paramedicos que habían llegado al lugar escucharon los desesperados llamados del señor Ozaki que estaba con su pierna dislocada a un lado de la joven extranjera, rogando por qué la ayudaran. Su arrugado rostro cubierto de polvo y sangre saliendo de su cabeza, pero el siguió pidiendo por que ayudaran a "su nieta Hiyoco".

Tuvieron que reanimarla ahí mismo, con el fierro aun perforando sus órganos. Tres personas de la salud al rededor de la jóven, uno realizando la reanimación cardiopulmonar, otro sacando el fierro con cuidado y deteniendo el sangrado, y otro cargando el desfribilador portátil listo para usarlo.

Se necesitó de una descarga eléctrica para hacer que su corazón volviera a latir, el señor Ozaki que también era atendido por otros paramedicos sintió que pasó una eternidad, pero quien lo había sentido de verdad fue Aixa.

FALLING▪︎2 [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora