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Jennie.

Desperté por el molesto ruido de mi alarma, maldiciendo agarre mi celular y la desactive, hoy era lunes, que desgracia.

Me levanté de mi cómoda cama, podía escuchar como pedía a gritos que volviera a ella.

Caminé al baño para realizar mi aseo diario, al salir me sequé con una toalla y luego me coloqué unos jeans azul ajustados, vans grises y una blusa holgada que mostraba mis hombros, até mi cabello en una coleta dejando que algunos mechones caigan en mi cara, me miré al espejo y sonreí.

Caminé a la cocina donde estaba mi madre cocinando, olía a unas deliciosas tostadas con jugo de naranja.

— Buenos días — saludé mientras me sentaba en una de las sillas de la mesa.

— Buenos días mi amor — respondió mi madre brindándome una sonrisa llena de cariño —Aquí tienes tu desayuno — colocó el plato de tostadas y el vaso de jugo frente a mi — Come rápido, se nos hará tarde — asentí llevándome un pedazo de tostada a mi boca.

Luego de haber desayunado agarré mi mochila y esperé a mi madre afuera de la casa, unos minutos después ya ella había salido y sacado el auto del garaje.

Me subí al auto en el puesto de copiloto y me coloqué el cinturón de seguridad, mi madre encendió el auto y condujo a la secundaria donde estudiaba.

Después de quince minutos llegamos a la entrada de mi secundaria y me quité el cinturón para darle un beso en la mejilla a mi madre.

— Ten un buen día mi niña — me sonrió con dulzura.

— Tú igual mamá — también le sonreí y salí del auto cerrando la puerta después.

Cuando mi madre se perdió en la carretera sentí un peso encima y por supuesto sabia quién era.

— ¡Momo bájate, pesas mucho! — me quejé tratando que se bajara de mi espalda.

— ¡Te extrañe! — dijo y yo rodé los ojos.

— Nos vimos ayer Momo — dije luego de haber logrado que se bajara — Bueno, ¿Dónde está Rosé y Irene? — le pregunté mirando a nuestro alrededor.

— No lo sé, acabo de llegar — asentí — Tal vez están dentro, vamos — dicho eso me agarró de la muñeca y nos adentramos al interior de la escuela.

— Momo no corras tan rápido — me volví quejar, Irene había soltado mi muñeca y la perdí de vista entre los demás alumnos del centro educativo.

Seguí caminando pero choque contra alguien ocasionando que ese alguien, cayera al suelo.

— En serio per-... — iba a disculparme pero luego me di cuenta de con quien me había tropezado — Pero mira quien esta aquí, la pequeña nerd — reí mirándola, llevaba sus típicos lentes, unos pantalones negros con una camisa un poco grande de cuadros verdes y unos tenis grises.

— Pero mira a quien tenemos aquí, la reina cabeza hueca — dijo con una sonrisa burlona mientras se levantaba, idiota.

— Bien quisieras tener a esta reina ― le respondí cruzándome de brazos tomando una posición superior.

— Prefiero seguir comiendo libros — rodó los ojos ocasionando enojo en mi — Mejor vete con tu grupito de falsas — volvió a sonreír y se fue de mi vista.

— ¡Ahg! Como la odio ― me quejé por tercera vez en el día.

— ¿A quién odias? — preguntaron mis tres amigas al unísono.

— A la nerd de Manoban ― les respondí y ellas rieron.

— Cálmate, tenemos un largo año para molestarla a ella y a sus amigas — dijo Rosé levantándome los ánimos.

— Así es, pero ya vamos a la clase de historia que se nos hará tarde — recomendó Irene y todas asentimos para luego irnos a nuestra clase que por cierto nos tocaba juntas.

— Así es, pero ya vamos a la clase de historia que se nos hará tarde — recomendó Irene y todas asentimos para luego irnos a nuestra clase que por cierto nos tocaba juntas

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Sueños húmedos con la nerd | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora