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› Jennie

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Jennie.

Lancé una piedra a la ventana de Lisa pero al parecer no se despertó, cuando iba lanzar una piedra, Irene mi gran amiga, le lanzó una roca logrando que el vidrio se le formara una grieta, lo único bueno de eso fue que Lisa abrió la ventana.

— ¿Jennie? ¿Qué haces aquí? Son las tres de la mañana — se veía soñolienta, tuve que taparme la boca para no reír, ella llevaba una pijama completa de un conejos y tortugas, se veía extremadamente adorable.

— Lisa, por favor, se que no somos nada pero quiero que me des la oportunidad de que seamos algo, quiero dejar de mirarte como la nerd y empezar a mirarte como Lisa. Mi linda Lisa — sentía que mis ojos ardían, jamas había experimentado tener que dejar tu orgullo por la persona que te gusta, no solo por físico, sino por sentimientos — Quiero que me mires con ese amor que había en la noche que pasamos juntas, quiero volver a sentir tus labios en los míos y bueno, en mi cuerpo — escuche una risa de su parte — ¿Lisa podemos ser algo? — en ese momento mis amigas vestidas de mariachis se colocaron detrás de mí.

— Estas son las mañanitas que cantaba el rey David — miré a las chicas molesta, ¿Qué rayos están cantando?

— Les pido una cosa, solo una cosa, ¿Y esto me hacen? — las miré algo molesta, Rosé iba a hablar pero la interrumpí — No Rosé, no hables, ¿Que pensará Lisa? Seguro que estoy bromeando pero no lo estoy — me crucé de brazos.

— Pero Jennie, detrás tuyo — mire a Momo confundida para luego voltearme y ser sorprendida por unos suaves labios en los míos.

Lisa me abrazó de la cintura y yo la abracé del cuello, nuestros labios encajaban tan bien con lo de la otra y aquello me gustaba mucho.

— Si Jennie, podemos ser algo — sonreí enormemente para luego volver a besarla.

— Si Jennie, podemos ser algo — sonreí enormemente para luego volver a besarla

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Rosé.

— Esta bien, nosotras nos iremos, las dejamos, adiós — Irene, Momo y yo nos alejamos para así quitarnos los trajes de mariachis, por suerte llevábamos nuestra ropa debajo de los trajes — Pero bueno, ¿Y ahora qué? — las mire.

— Yo no se ustedes pero yo me iré donde una amiga — dijo Momo mientras se despedía con la mano y se iba corriendo.

— Bueno Irene, solo quedamos tú y yo — me voltee hacía Irene pero ella no estaba, ¿Qué rayos? — Entonces solo quedo yo — suspiré para empezar a caminar a mi casa, sola.

Sentí algo en mis piernas, mire a hacia abajo y había un pequeño perro mirándome mientras movía su cola, que ternura, me agaché a acariciarlo, su pelaje era muy suave.

— ¿Estás perdido precioso? — el perro empezó a lamer mi cara con ternura haciéndome reír.

— Thor hasta que al fin te encuentro, oh, hola Rosé — me levanté cargando al lindo perro en mis brazos para encontrarme con una cansada Jisoo.

— Hola — le sonreí entregándole su perro — Es muy lindo y adorable — el perro le gruñó a Lisa bajándose de ella y volviendo hacia mi.

— ¿En serio? — reí ante la reacción de ella —¿Qué puedo decir? Todos caen bajo el encanto Park.

— Todos caen a mi encanto — me agaché a volver a cargar el lindo animal.

— Así es Rosé, todos caen — la mire y llevaba una boba sonrisa en su rostro que me hizo ruborizar.

Jisoo se acerco a mí y acarició a Thor, ella y yo hemos estado saliendo pero nunca nos hemos besado o algo, solo lindas palabras que nos decíamos.

Cuando dejó de acariciar a Thor, lo agarró y lo dejó en el suelo, después me miró fijamente mientras apretaba los labios.

— ¿Que pasa Jis... — no pude terminar la pregunta cuando sentí sus dulces labios sobre los míos, no había ningún movimiento hasta que mis manos fueron a su cuello y los de ella a mi cintura, empezamos a mover nuestros labios lentamente, era un beso en el que mostrábamos nuestros sentimientos a la otra.

Momo.

Toqué la puerta con nerviosidad, estaba en la casa de Dahyun y tenía unas grandes ganas de verla, no sé, solo quería abrazarla. Luego de unos minutos la puerta se abrió mostrando una soñolienta y linda Dae.

— Momo, ¿Qué haces aquí tan tarde? — me preguntó luego de que me haya dejado pasar, ella vivía con su abuela, ya que sus padres vivían en japón.

— Quería verte — respondí sintiendo mis mejillas tornarse rojas.

— Que linda eres — la miré y tenía una hermosa sonrisa en su rostro, ella se acercó, agarró mi camiseta y me jaló hacia ella para juntar al fin nuestros labios, la cargué a mi cintura sosteniéndola de los muslos mientras ella daba leves caricias a mi nuca, fuí caminando a la sala y me senté en el sillón con ella encima de mi, hoy iba a ser una larga noche.

Irene.

No te caigas, no te caigas, no te caigas, era lo único que había en mi mente mientras subía la escalera y así llegar a la ventana de la habitación de SeulGi. Cuando al fin llegue abrí la ventana y entré, ella estaba dormida plácidamente en su cama, sonreí, ella es tan linda, con cuidado me metí a su cama y abrace su cintura acercándola más a mi.

— Hola Seul... — sonreí besando su mejilla varias veces haciéndola reír.

— Hola osa — la miré con una gran sonrisa cuando me voltee quedando ambas cara a cara  — Estas muy linda — sus mejillas se tornaron levemente rojas.

— Gracias, tu igual — susurró, yo me acerqué a su rostro y le di un suave beso en los labios — Te quiero — ella sonrió ocasionando que sus ojos se cerraran un poco.

— Yo también te quiero — dicho eso, las dos caímos en el los brazos de morfeo.

— Yo también te quiero — dicho eso, las dos caímos en el los brazos de morfeo

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Sueños húmedos con la nerd | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora