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Cedric Diggory caminaba por los pasillos de hogwarts hacia su sala común pero se detuvo a ver una cabellera rubia con mechones rosas caminando cautelosamente hacia el bosque prohibido.
Esta era su oportunidad para hablar con Sol, se repetía en la cabeza.
Entonces la siguió.
Vio a la chica acariciar con su mano algo y hablarle a la nada lo que lo confundió bastante.
- Eres hermoso. - Ella le sonreía a lo que el solo podía fruncir el seño, luego sintió a ella tomar una respiración. - Se que estás ahí. Sal, adelante.
Cedric se paralizó pero decidió tomar la invitación de la chica e hizo acto de presencia caminando hacia su dirección y posicionándose en frente de ella.
- S-soy Cedric Diggory. - Decidió presentarse
- Se quien eres, el que se quiere matar queriendo participar en el torneo de los tres magos, e escuchado a chicas de mi casa hablar de ti. - El sonrió.
- Y tú eres Sol Lovegood, la chica amada por todos.
- Yo no lo diría tanto así, pero si es lo que la gente cree. - Ella volteó a mirarlo por primera vez conectando sus ojos con los de el. - ¿Por que me seguías Cedric?
- No podía dejar que vinieras sola hacia acá, este lugar es peligroso. - Declaro el.
- Peligroso para el que no quiere ver.
- Que hacías en un rato, parecía que le dabas atención a la nada. - Sol sonrió.
- Tal vez no lo entiendas así que mejor que lo sientas primero. ¿Me cedés tu mano? - El frunció el seño pero acepto dándole su mano la cual ella tomó para acercarla a una textura diferente, para Cedric ante sus ojos pareciera que estuviera tocando a la nada pero la textura era algo suave como la de un caballo.
- ¿Q-que es esto? - Cedric pregunto con mucha curiosidad y a la vez con nerviosismo.
- Es un Thestral, un animal que solo los que han presenciado la muerte pueden observar, son muy juzgados, por eso no muchos saben que existen, tampoco los pueden sentir o tocar pero cómo estás creyendo en mi y dejándote guiar por mi pudiste hacerlo. - Ella sonreía al ver la atención que el chico le ponía.
- Eso quiere decir que has visto la muerte. - Ella asintió con una pequeña sonrisa.
- Mi hermanita Luna y yo vimos a nuestra madre morir a la edad de nueve y once años, le gustaba mucho experimentar y salió mal esa vez.
- Lo siento mucho. - El puso su mano en el hombro de ella pero ella negó con una sonrisa.
- Esta bien, fue ya hace mucho tiempo, aunque todavía la extrañamos, pero eso si, es un privilegio ver a este tipo de animales, al menos yo lo considero así, pero espero que jamás tengas que verlos, ver a alguien morir no es una buena experiencia. - El asintió prestándole atención a cada una de sus palabras.
