💠[O.1] an awkward moment

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Las parejas conducen hasta llegar a casa de Marlene Barrueco quien se encontraba en una junta de trabajo que tomaría todo el día, por lo que encargó a sus hijos a manos de Lizbeth, Marcus, Vianey y Scott para que los cuidara mientras ella estaba f...

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Las parejas conducen hasta llegar a casa de Marlene Barrueco quien se encontraba en una junta de trabajo que tomaría todo el día, por lo que encargó a sus hijos a manos de Lizbeth, Marcus, Vianey y Scott para que los cuidara mientras ella estaba fuera de casa.

— A qué hora te dijo que iba a llegar? —desea el inglés saber.

— Ya no debe de tardar —responde Liz — son las 9 pm, Mar de seguro que viene en camino.

Marcus suelta un suspiro de alivio— menos mal. Si que Rhaegar me da bastante batalla.

— Oye! Estoy aquí! —avisa el pequeño de 9 años.

Liz se acerca al niño— no le hagas caso, cariño —relaja —conoces a Rashi, muy apenas y puede manejar su propia vida —aprovecha para burlarse.

Rhaegar ríe ante el comentario de Lizbeth— vas a ver, Lizzy —dice Marcus bromeando ofendido.

Minutos más tarde llega el otro auto donde venían los McTominay con la hermana melliza de Rhaegar. Vianey es quien baja primero acompañada de la niña Myrcella— vaya día cardiaco! —se queja la rubia.

— Por lo de Martínez? —cuestiona Marcus— menos mal que mi Lizzy tiene vista de halcón —destaca.

Scott baja del auto— Vian me tomó por sorpresa cuando estaba caminando rápido y jalando a la pobre Myrcella de la mano —dice el escocés.

— Tía Liz, por qué nos fuimos del restaurante sin pagar? Mamá dice que tenemos que pagar cuando terminamos de comer —cuestiona Rhaegar.

Liz traga saliva— si pagamos, Rhaegar. Es sólo que nos teníamos que apresurar antes que tu mamá llegara a casa —resuelve— de casualidad tienes la llave de la casa?

— Yo si, tía Liz —avisa Myrcella sacando la llave de su mochila.

— Permítenos, Liz. Marcus y yo llevamos a los mellizos a la cama, en lo que planean cómo decirle a Mar que vieron al padre de sus crías —ofrece Scott dejando solas a las chicas una vez que abren la puerta.

— Scott tiene razón, mi Liz —acota Vian— qué le vamos a decir a Mar? Merece saber que vimos del argentino —argumenta.

La castaña desvía la mirada— dios! Juro que por poco, Martínez nos ve a mi y a Rhaegar! Sino fuera por Rashi quien venía llegando del baño que tapó la vista del argentino —relata con alivio.

Los cuatro esperan unos instantes más hasta que llega la famosa mexicana a la casa sumamente cansada pues se tira al sofá, seguido de quitarse los zapatos. La morena hace un gesto de frustración— llegué tarde, pero valió la pena... —expresa cerrando sus ojos— les agradezco mucho por cuidar de mis niños. Les debo una grande a los cuatro.

— Ay, mi Mar —Liz es quien se acerca a acariciar la frente de su amiga.

— Duro día? —pregunta Vianey.

— Ni se lo imaginan, pero valió la pena. Me subieron de puesto en la compañía —revela haciendo que todos la feliciten por su logro.

Entre los halagos y felicitaciones, a todos se les olvida del pequeño incidente que tuvieron temprano en el día. Sumando que no querían agobiar tanto a Mar ante ya la presión de su trabajo, así que mejor cada quien se fueron a sus casas para dejar descansar a la mexicana quien se tenía que levantar temprano a ir a dejar a sus hijos a la escuela.

Mar termina despertándose demasiado tarde como para llevar a sus hijos a la escuela, por lo que no le queda de otra que llevárselos a su trabajo. Su jefe le tenía bastante confianza como para que este permitiera que llevara a sus mellizos a la oficina con tal de que uno interrumpieran sus deberes.

— Se me están quietos, por favor —resalta Mar a sus crías.

Rhaegar es quien se queja primero— mami, Myrcella y yo tenemos hambre —se queja.

La niña hace un puchero— con una manzana no nos llenamos —apoya.

— Les traeré algo de la cocina, pero no se muevan de aquí. Permítanme unos minutos, va? —ordena y los pequeños asienten.

La morena se dirige a la cocina del trabajo para tomar unos cuantos snacks para sus hijos, seguido de prepararse un café y cuando regresa a su oficina, se encuentra con una chica esperando en la entrada.

Sus miradas una vez que se encuentran, el latido de ambas se acelera al reconocerse luego de tanto tiempo sin verse— Mar? —cuestiona la argentina.

Las piernas de Mar le comienzan a temblar— Tina? Qué haces aquí?! —pregunta nerviosa.

— Soy la nueva interina, me mandaron a tu oficina porque me ibas a entrenar —desvía su atención a los hijos de Mar llevándose la sorpresa de que el niño se parecía demasiado a su hermano mayor y la pequeña era la misma que se encontró ayer en el baño— hola... —saluda nerviosa.

Los mellizos miran de Tina y la saludan amable. Mar suelta una risita nerviosa— ejem, por qué no mejor vamos de una vez a que inicie tu entrenamiento? —sugiere con rapidez primero entregando los snacks a sus hijos y luego se apresura a que la argentina salga de su oficina cerrando la puerta detrás de ellas— disculpa, estoy un poco distraída —se rasca la nuca.

Martina mira sospechosa a Mar— por qué ese niño se veía exactamente a mi hermano? —desea saber.

— Estamos en el trabajo —se niega a dar una respuesta.— Ahora si, te doy la bienvenida a...

— Marlene, te hice una pregunta —insiste seria.

— Si nomás quieres hablar de mis hijos, será mejor que te busque alguien más que te entrene y te dé el tour —intenta sacarse de problemas.

Tenía razón, Martina había presionado demasiado a Mar en un tema algo delicado. Pero si resultaba cierto, qué no lo mejor era ya enterarse?— Me disculpo, Mar. No era mi intensión ser tan encimosa. Creo que lo mejor es que me busque a alguien más que me entrene...

— Tonterías! Ambas somos adultas capaces de formar una relación profesional dentro del trabajo —comenta la mexicana— ven, comencemos el tour.

Mar primero le da un recorrido al área de trabajo a Tina, seguido de darle las indicaciones en su nuevo establecimiento acompañado del entrenamiento de lo que estará haciendo dentro de unos segundos más. Le dice que si tenía preguntas a lo que Martina niega y antes de que la morena regrese a su área de trabajo, le dice:

— Te invito a comer para darte las explicaciones que mereces después del trabajo —propone.

𝐇𝐎𝐍𝐄𝐘 :: 𝗟𝗜𝗦𝗔𝗡𝗗𝗥𝗢 𝗠𝗔𝗥𝗧𝗜𝗡𝗘𝗭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora