Daniela se giró hacia mi cuando por fin volvimos a quedarnos solas. Su rostro relajado pronto pareció preocuparse; quizás mi expresión asustada tendría algo que ver en eso.
-¿Te encuentras bien, Poché?- Asentí rápidamente, aunque su mirada avellana no pareció percatarse de eso, más bien se posó en mi brazo izquierdo, para luego acariciar con la yema de los dedos el mismo lugar donde el Coronel me había sujetado- Lo siento tanto- murmuró. Observé mi brazo confundida, y entendí de que se trataba. Las grandes manos de ese hombre habían dejado moretones en mi. Daniela bajó la cabeza, avergonzada- Jamás había visto al Coronel actuar de esa manera- confesó.
-¿Le conoces desde hace muchos años?- Pregunté, posando mi mano en su hombro.
-No realmente, solo de un par de semanas- Aquella respuesta me sorprendió más de lo que debería, pues no era algo nuevo que las personas se comprometieran al poco tiempo de conocerse, al menos, no en aquellos tiempos.
-Supongo que has de estar muy enamorada- comenté, consciente de que muy probablemente ese no era el caso, pero mi interior necesitaba, por alguna razón, confirmar cuáles eran los sentimientos de Daniela hacia el Coronel- Digo, para querer contraer matrimonio tan deprisa.
Daniela dejó escapar una bocanada de aire antes de regresar al sofá. Su mirada se clavó la ventana que daba a la terraza privada del camarote, perdiéndose entre la inmensidad del horizonte. Me acerqué a ella, maldiciéndome por haberla hecho sentir mal. Me senté a su lado a pesar de no haber sido invitada esta vez, y tomé, por primera vez siendo mi iniciativa, su mano entre las mías.
-Yo confíe en ti la historia de mi vida- le recordé con suavidad- Si así lo deseas, también puedes confiar la tuya en mi.
Daniela regresó su mirada avellana a mi, y las ornes de sus ojos ahora estaban ligeramente enrojecidas por la tristeza.
-La idea de casarme con Joseph me aterra- Confesó con vergüenza- jamas imaginé que mis padres concertarían mi matrimonio con alguien tan... tan...- Las palabras se atoraban en su garganta, dejó escapar un suspiro, como intentando dejar atrás ese comentario que no deseaba salir- He intentando rechazar el compromiso varías veces, pero Padre no entiende razones, y Madre... bueno, ella siempre ha disfrutado con llevarme la contraria- Si voz cada vez era más leve- se que ambos están bastante decepcionados con mi rechazo, y que este viaje no es mas que el plazo que me han otorgado para hacerme a la idea de que la boda no tardará en suceder.
Sin pensar en las consecuencias de mis actos, me acerqué a ella, y con mi dedo índice limpié con suavidad la lágrima rebelde que rodaba por su mejilla. Sus orbes avellanas volvieron a clavarse en mi, y, por un instante, mi interior quiso probar los labios carnosos que se encontraban frente a mi, quiso comprobar si realmente sabían tan bien como me lo estaba imaginando.
La simple idea de propasarme con Daniela me llenó de remordimientos. Ella parecía tan delicada, que cualquiera de mis movimientos parecían ser suficientemente poderosos para romperla, incluso mis pensamientos atrevidos.
Aún así, no pude evitar que fuera ella quien se acercara un poco más a mi, apoyando la cabeza en mi hombro.
Tomé una bocanada de aire tras posar mi cabeza sobre la suya, permitiendo que el honor a lavanda de su cabello me inundara las fosas nasales. Juro que, en ese instante, me pude visualizar besando cada célula de su cuerpo, descubriendo cada detalle oculto en su piel, y, me encontré a mi misma anhelando que ella también quisiera hacer lo mismo conmigo.
-Hastings no es una buena persona- Alegué, regresando a nuestra conversación- No debería atar su vida a la de alguien tan despreciable como él.
Muy probablemente, mis palabras sonaron demasiado acertadas, y Daniela, que era una joven excepcionalmente lista, notó la rabia en ellas. Se apartó de mi un poco, levantando la cabeza para clavar nuevamente su mirada en mi, esta parecía algo confundida.
-Hablas como si lo conocieras de antes- Sentenció con calma y el ceño fruncido- ¿Es así?
Mi mente viajó a la noche antes de embarcar en el Titanic, a aquella habitación, a aquellas paredes, a la imagen del Coronel frente a mi, a su mirada llena de lujuria.
-¿Y Bien?- Insistió mi acompañante- ¿Ya le conocías?
Tras esas palabras, ahora mi mente viajaba a la noche en que conocí a Daniela, esa en la que el Coronel me advirtió no decir nada, y supe, que lo mejor era callar. Negué con la cabeza, bajando la mirada. Odiaba mentirle.
-Solo me guío por la impresión que me da- Solté rápidamente, intentando soñar convincente. Daniela asintió, convencida de mis palabras- Cambiando de tema, ¿Sabes alguna otra cosa sobre la mujer del café?
El rostro de Daniela se relajó al compás del cambio de conversación.
-La he tratado muy poco en realidad, aunque la conozco desde que tengo memoria, mis padres siempre han estado bastante apegados a la realeza, La Duquesa María Antonina es la esposa del Duque de Garzón, si mal no recuerdo, un pariente del rey de Francia y un hombre adinerado- Aquello no tenía ningún sentido, ¿Que rendir a ella que ver con una mujer tan poderosa?- La Duquesa siempre ha sido una mujer muy recta y reservada, mucha gente la teme, aunque siempre se ha mostrado muy amable conmigo, invitándome a fiestas y banquetes, y muy pendiente de que consiga un buen partido para casarme, supongo que todo se debe a que mi madre siempre fue su protegida.
Daniela se dedicó a mencionar cada pequeño detalle que conocía de esa mujer, pero mi mente ya no la escuchaba, pues el pánico comenzaba a invadirme. ¿Como se suponía que iba a descubrir que relación tenía yo con alguien tan poderoso como la Duquesa Antonina?
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Leaving Port
FanfictionEsta es la historia de un barco muy famoso que decían era insumergible y pereció en las frías aguas del Atlántico. Esta es la historia de una joven de buena familia que se enfrentó a todo por estar con la persona que amaba. Esta es la historia de...