Leaving Port

Capítulo 28: La Verdadera Ladrona de La Caja De Oro.

Me dirigí lo más rápido posible hasta mi camarote, con la esperanza de encontrar a Lina y sus nietos allí. Debía ponerlos sobre aviso en caso de que algo realmente estuviera mal con el buque.

Abrí la puerta de madera con prisa, aunque, para mi sorpresa, me encontré con alguien más en el interior del camarote.

-Laura- Murmuré, al notar su presencia. Aquello era bastante oportuno, pues ya no debía buscarla- Tenemos que ir a la cubierta cuanto antes, algo está sucediendo con el barco- La muchacha se mantuvo en silencio, dándome la espalda- ¿Laura?- Pregunté, al ver que no se movía.

-Siempre fuiste tú- Dijo, antes de girarse y mostrar entre sus manos la caja de oro- Tú eres la ladrona- Dejé escapar un suspiro.

-No es el mejor momento para esto, Laura- Aseguré, intentando restarle importancia a su hallazgo, ella se acercó a mi, y cruzó mi cara con la palma de su mano.

-¡Ladrona!- Acusó- ¿Cómo pude ser tan tonta? ¿Cómo pude confiar en ti?

-No es lo que parece, Laura, déjame explicarte las cosas- Pedí, pero la chica estaba histérica- Yo soy nieta de la Duquesa- Revelé. Ella detuvo su cólera, para observarme, confusa- Lady Marta no murió, simplemente quedó en cinta, la duquesa no tuvo compasión y la sacó de su vida- Laura comenzó a negar con la cabeza, justo antes de volver a darme una bofetada, intentando que no dijera otra palabra.

-¡No te creo nada!- Bramó, con furia- Me utilizaste para sacar información desde el primer momento en que pusiste tus ojos en mi ¿cierto?- Asentí, no era el momento de seguir con mentiras.

-Nunca fue mi intención usarte, Laura, te lo prometo- Intenté disculparme, pero ella ya no quería escucharme.

-Yo vine desesperada tras perder mi trabajo, y tú sabías la verdad, sabías que yo era inocente y aún así permitiste que la duquesa me acusara- las lágrimas ahora rodaban por mis mejillas, mientras la culpa se colaba en mi interior- Estoy segura de que la duquesa estará muy satisfecha de saber la verdad.

-La Duquesa ya sabe la verdad, Laura- le informe. Mi mente no conseguía concentrarse en esa discusión, pues estaba consciente de que algo peor estaba sucediendo- No es el momento para esto, Laura, algo anda mal con el barco, no podemos quedarnos aquí ¿Entiendes?

Justo antes de que ella pudiera replicar, golpearon la puerta del camarote. Dejé escapar una bocanada de aire antes de abrir la puerta, dejando ver tras ésta a un par de oficiales del barco.

- ¿Es usted María José Guzmán?- Preguntó uno de ellos, asentí al instante, frunciendo el ceño- Perfecto, queda usted detenida por el robo de propiedad ajena a la Duquesa Antonina de Garzón.

-¿Qué?- El oficial que no había dicho palabra me tomó del brazo con fuerza, intentando esposarme, mientras yo me resistía- Esto es una equivocación, yo soy...

-Ella fue la ladrona, oficiales, me lo confesó hace apenas unos instantes- Instigó Laura, mientras yo seguía forcejeando con el oficial.

-No, todo tiene una explicación, lo juro- Repetí. El oficial finalmente consiguió esposarme, mientras el otro se introdujo en el camarote, encontrando la caja dorada sobre mi camastro, lugar en el que Laura lo había dejado durante nuestra breve charla.

-Vaya, vaya, con que es un error ¿Cierto?- Habló, mostrándome la caja- No le será fácil salirse de esta, muchacha.

-Laura, busca ayuda- Pedí desesperada, al notar que nada que yo pudiera decir me salvaría de aquella situación- Por favor.

-Púdrete en el infierno- Espetó, y fue en ese instante que lo supe. Había sido una trampa, ella estaba en mi camarote a propósito. Supe al instante quién estaba detrás de todo esto: Antonina.

El oficial finalmente me sacó del camarote esposada.

En ese instante, Lina consiguió llegar hasta mi. Su mirada desesperada al ver la situación me devolvió la esperanza.

-¿De que se trata todo esto? ¡Suéltela malnacido!- Exigió la mujer mayor, comenzando a golpear al oficial que me retenía con su bolso.

-Tranquilícese mujer o tendré que llevarla a usted también- bramó el oficial.

-Tranquila Lina- Espeté, no podía permitir que la maltrataran- Busca ayuda, por favor- Pedí mientras el otro oficial me arrastraba por el pasillo- Busca a Daniela Calle.

Fue lo último que conseguí decir antes de perderla de vista.

Ninguno de los oficiales dijo nada más durante todo el trayecto.

Me llevaron hasta uno de los camarotes más apartados del barco, en el pasillo de la tripulación, uno de ellos me quitó las esposas, mientras el otro me lanzó un papel doblado a la mitad, para que luego, ambos se marcharan, cerrando la puerta con llave.

-¡Dejadme salir!- Grité, inútilmente.

Golpee y patee la puerta todo lo que mis fuerzas me permitieron, hasta que supe, que todo sería inútil.

Me dejé caer al suelo, derrotada.

¿Qué demonios haría para salir de esta?

¿Qué mal le había hecho yo a la duquesa para que me causara tantas desgracias?

Mi mente no podía apartar el recuerdo de Daniela de mi mente, la idea de que estuviera esperándome, esperanzada de que llegaría, por gusto.

Tras calmar un poco mi respiración agitada, observé a unos pasos de mi el papel que me había lanzado el oficial.

Me levanté y lo recogí del suelo.

María José:

Espero que estés satisfecha con tu hallazgo, al menos, yo lo estoy, ya que así me has permitido resolver un asunto que dejé pendiente hace muchos años.
El capitán me acaba de informar personalmente que el barco se va a pique, que en apenas unas horas, todo lo que nos sostiene será reclamado por el océano.
Esto es, sin duda, el momento perfecto para atar esos cabos sueltos.
Esta noche, el Titanic se hundirá, y tú te hundirás con el.
Nos vemos en el infierno, querida nieta.

D. Antonina de Garzón.

Fue en ese instante que lo supe, aquel sería mi final.

El verdadero, ese tan vaticinado, ese que por fin me alejaría de esta vida tormentosa.

Mi pecho se encogió al pensar en Claire, y en que nunca conocería la verdad.

Y también dolió, al pensar en los planes inconclusos que dejaba con Daniela.

Aquel era mi final. ¿Realmente estaba preparada para morir?