Sentí la conexión desde el primer día que conectamos miradas en el aeropuerto.
Si tan solo me hubiese imaginado lo que se me vendría encima 4 años después de llegar aquí, cuando me alejé de todo. Pero sin embargo, no cambiaría nada de lo que vivimos...
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Aún seguíamos en el coche, y como yo no reconocía el camino, no sabía ubicar donde estábamos.
- Nicole.
Lo miré.
- ¿Si?
- ¿Tú crees en los alienígenas?
- ¿Y esa pregunta ahora?
- Por hablar de algo. - Me resultó rara su pregunta, a la vez que graciosa.
Este hombre es muy raro a veces.
- Benito eres muy curioso.
- No te lo voy a negar.
- Pues bueno, si supuestamente el espacio es infinito como dicen, sería muy egoísta de nuestra parte creer que estamos solos aquí. Pero también creo que si existieran, desde luego no vendrían aqui, seguro que cualquier otro planeta es mejor que este.
- Touché. Tienes razón.
- Siempre.
Su risa inundó aquel silencio después de mis palabras.
Siempre me hace preguntas que no vienen a cuento, pero como ya dije en otra ocasión, yo soy la primera que también hace preguntas raras a las personas.
Estuvimos el resto del camino hablando sobre más cosas, y también me contó lo desastrosa que fue su primera vez.
Si es que las películas siempre mienten.
Ahora ya sí que habíamos llegado.
- ¿Por qué no me has llevado a mi casa Benito?
Me di cuenta de que no estábamos allí al mirar al frente.
- Decías que no tenías llave.
Él se bajó del coche, y cogió las cosas de los asientos traseros mientras yo cogía mis muletas.
- Pero a las 8 llega el conserje, él si tiene, y ya son las 10.
- Hay tiempo para todo Nicole, tú anda.
Maldecí a Benito en mis interiores al ver la casa que tenía, si es cierto que no era la mansión de Kylie Jenner, y eso que el dinero para comprarla lo tiene, pero es una casa que yo no podría comprarme ni trabajando explotada.
Al entrar me sorprendí aún más, pero no quería parecer tonta y no lo hice evidente.
- Siéntate donde quieras, yo voy a cambiarme.
Le hice caso y me senté en el sofá que tan cómodo se veía. Y ya mejor ni hablemos de la piscina que asomaba por el ventanal de detrás.
Es curioso como es que nos conocíamos ya de hace meses y yo nunca había estado aquí, pero también es normal, ya que siendo alguien conocido no te puedes arriesgar a meter a cualquiera en tu casa.
