capítulo cuatro

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Todos estábamos cantando felices sentados, por fin celebrando que ya íbamos a nuestra ciudad natal, yo aplaudía feliz, hasta que sentí como algo comenzaba a temblar, me asomé por la ventana y vi un motor que estaba en fuego.

—Oigan...

Quise llamarlos, pero nadie me prestó atención, me paré para poder señalarles lo que estaba pasando, pero cada vez era más obvio que algo olía a quemado, cuando se quisieron asomar, sentimos como el avión se había detenido, Melman le restó importancia quedándose en su asiento sin decir nada, raro, considerando que él era el más nervioso del cgruó.

—Tranquilos chicos, seguramente la seguridad del avión sabrá que...

Se quedó en media oración, el helicóptero comenzó a caer en picada.

Puta tu madre.

Me aferré al asiento, viendo como todo daba vueltas de nuevo, Melman de nuevo vomitó haciendo que me dieran harcadas, se estrelló y por bendición de Dios, sobrevivimos, a este punto se los juro que si no soy modelo seré algo de riesgo.

Nos levantamos de los escombros como pudimos, estaba pensando si seriamente mi cuerpo estaba hecho de acero ya que no tenía ningún hueso roto, solamente rasguños. Sacudí la tierra y el polvo que tenía en mi pierna, ayudé a levantar a Gloria que estaba a mi lado.

—Melman mi amor, ya voy por ti.

Hice una mueca confundida, miré a Alex quien me susurró que le debía 20 dólares, le susurré tu madre por si acaso, cuando escuchamos que un grupo hablaba, vi como todos los ayudantes de Skipper miraban el avión, decepcionados y enojados.

—Esta cosa ya no va a volver a volar.

Dijo Kowaslki, este comenzó a anotar en su libreta rápidamente, de lo que pude ver eran fórmulas, teorías o algo así, cuando finalizó le enseñó a toda su tripulación, quien Skipper mientras asentía llegó a la conclusión que no.

—No me sorprende, ha resistido demasiadas caídas ya.

Alex miró al suelo, sentándose después en una de las alas del avión, me puse delante de él extendiéndole mi mano, quien la tomó un poco desilusionado, se notaba triste, y eso me partía el alma como no tenía idea.

—No vamos a poder volver ir a casa.

Íbamos a decir algo, pero nos interrumpiueron los sonidos que hacían los carros de policía, maldecimos en voz baja, tomando nuestras pocas cosas que habían sobrevivido a la caída, comenzando a correr para tratar de evitarlos, nos escondimos en uno de los vagones viejos que había en una estación de trenes.

—¿Qué hacemos? Estamos en mitad de la nada, no es New York no podemos mezclarnos entre la gente.

—Dime, ¿qué personas estarían por aquí en medio de la carretera?

Dijo Melman, volteamos y vimos un enorme tren, con pinturas llamativas y dibujos, nos acercamos para leer pero se abrieron las puertas de par en par, dejando ver a un chico alto, blanco, y con el pelo naranja, ojos verdes que nos veían seriamente, abrí la boca sorprendida, ¿era un modelo? No creo, no lo reconocía.

—¿De dónde vienen?

Exclamó serio, a lo que antes de que alguien hable, Martin comenzó a rogarles ya desesperado, eran nuestra única alternativa de poder salir, de poder volver a casa, así que nos miramos entre nosotros.

—¡Tienen que ayudarnos a escondernos, sólo hasta que dejen de buscarnos!

—No, lárguense de aquí.

—Por favor, de hombre a hombre, un favor, ayuda.

—Este tren, específicamente este vagón es de circo.

—Se nota.

Al dar mi respuesta este me miró, me recorrió de pies a cabeza, a lo que yo no me contuve y también lo hice, mirándolo igual de mal que él a mi, rodó los ojos y cerró la puerta duro, y se escuchaban conversaciones de fondo.

—No confío en la modelo, es llamativa, y alta.

Fruncí el ceño, estaba siendo grosero y lo peor que estúpido, porque literalmente estaba hablando tan alto que todos en el grupo escucharon, Skipper iba a entrar pero lo detuve, no había que usar fuerza, luego nos echaban, como en todos sitios.

—Esto es bastante incómodo...

Escuchamos como el tren comenzaba a prenderse, y nos comenzamos a desesperar, corrimos a la par del tren que agarraba velocidad.

—¡No, esperen, por favor!

—Este tren solamente permite personas del circo.

—¡Lo somos, por favor, déjennos entrar!

Una rubia abrió la puerta, vi como Alex abrió los ojos de la impresión, y no lo culpo, estaba bastante bonita.

—¿Realmente son cirqueros?

—¡Totalmente, mi papá era cirquero y mi abuela también!

—Gia, cierra la puerta.

—Por favor.

Susurré, mirándolos, vi al tipo de antes, quien por un momento me dio una mirada con pena.

—Son cirqueros, los cirqueros se apoyan.

Sonreí ante la oración, Gia le extendió la mano a Alex, y este la tomó, y nos ayudaron a entrar, por fin sintiéndonos a salvo.

Nueva atracción. [Vitaly y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora