Capítulo 12

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—Quiero verte mañana —me pidió Rhett con cierto cansancio en su voz.

Follamos desde las cinco y media de la tarde hasta las nueve de la noche. Estábamos exhaustos, a mí me ardía todo y apenas podía moverme por la fatiga. Presentía que Rhett sería todo un salvaje en el sexo pero no todo un vicioso que no conocía límites.

Aunque no me quejo del todo. Probamos varias posiciones y exploté como siete veces. Me sentí muy tímida al principio, pero su buen trato me hizo entrar en confianza y demostrarle mis pensamientos y actos impuros. 

Hicimos los preliminares en el sofá de la sala y luego me llevó a su habitación, donde me dejé llevar hasta desfallecer.

—¿No tienes suficiente después de todo lo que hicimos hoy? —le pregunté completamente incrédula.

—Sólo por hoy es suficiente —susurró. Se le cerraban los ojos del agotamiento. Todavía seguía en la cama sin moverse.

—Creo que deberíamos dejarlo para el fin de semana que viene. Me duele el cuerpo entero —expresé.

Rhett protestó como un bebé, pero no cambié de parecer. Tenía mis partes irritadas y no quería tener problemas mayores. También estaba satisfecha después de las posiciones que hicimos. Me sentí tan realizada que sonreí como una boba durante todo el camino.

También me ofreció quedarme a dormir a su apartamento, pero me negué rotundamente. Tenía que entender que no era como sus otras amigas, que sólo me interesaba el sexo momentáneo y seguir con mi vida. Dormir con él de esa manera tan... íntima. Me daba repulsión.

Llegó el martes, día en el que tenía que hablar con Mel nuevamente. Aunque ya no me fastidiaba tanto como antes. Lo agradecí, aunque para mis adentros. Jamás se lo diría.

—Tendríamos que hablar con un abogado o alguien que sepa del tema —sugirió Mel en relación a nuestra investigación.

Un trabajo que nos pareció simple a todos pero se fue complicando con el paso de las semanas. Además de que nuestro profesor no colaboraba en nada.

—Estoy de acuerdo. Tal vez debamos ir a la facultad de derecho —dije.

—Esperemos que alguien quiera ayudarnos. No conozco a nadie.

Mel parecía realmente preocupado por la asignatura. Debo admitir que era inteligente y muy dedicado cuando se concentraba.

Tras terminada la clase, decidimos sacarnos de encima ese problema y fuimos a la facultad de derecho, el edificio que estaba casi pegado al nuestro. Después de todo, para la universidad eran los dos edificios más importantes y destacables.

Nos acercamos a uno de los tres centros de estudiantes que arbitraban la mayoría de los trámites de la facultad. Siempre se encontraban en la puerta entregando volantes de sus posturas y algún que otro preservativo.

—Apenas estoy comenzando la carrera —admitió uno de ellos con bastante vergüenza cuando nos atendió. Y se notaba, era apenas un adolescente de dieciocho años muy delgado e infantil—. Pero conozco una colega del centro estudiantil que puede ayudarlos. Es de las mejores estudiantes de abogacía.

Le pedimos que la llamara y esperamos unos instantes. Pero más mala suerte no podía tener en esta vida cuando vi que se trataba de la casi novia de Rhett.

Su rostro palideció igual que el mío.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —masculló entre dientes. Se estaba resistiendo mucho para no pegarme un grito.

Las veces que la vi siempre llevaba puesto crop top y minifaldas pequeñas dejando ver toda su piel. Y su cabello suelto en una melena anaranjada que te hipnotizaba. Pero cuando la vi en ese momento con el cabello amarrado en una coleta alta y un vestido elegante pero largo tapando todo su cuerpo, casi me partí de la risa.

Corazones Caóticos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora