Capítulo 40

62 3 0
                                    

Astrid:

Mí vida en los últimos días se resumió en un dolor de esguince insoportable y un resfrío agotador. Pasar el tiempo en la cama y no poder hacer nada me ponía mucho más enferma.

Para colmo, mí alrededor tampoco ayudaba. Mí padre, desesperado por mí bienestar envió dos médicos diferentes. Y si no podía visitarme él enviaba a Colby en su representación, quién también se mostraba algo intenso por mí salud.

Y luego estaba Rhett, que más bien no estaba intenso. Simplemente estaba desaparecido.

Cruzábamos apenas palabra, pero permanecía lejos de mí, lo que me ponía más de mal humor. Todo lo que quería era pasar una semana placentera con él, pero últimamente todo se había ido al caño.

Aunque supongo que me lo merecía. Siempre estaba siendo agresiva con él, mientras que Rhett era comprensivo, atento y amable. El mejor amigo que una persona podría tener.

Faltaban tres días para la fiesta y me sentía cada vez peor. El tobillo estaba casi en su totalidad deshinchado, pero aún dolía. No podría usar tacones como me gustaría.

Y en cuanto al resfrío parecía que este se intensificaba y que los medicamentos no surtían efecto. El picor de la garganta era como si me pasaran una pluma constante por la piel, lo que me hacía toser tanto al punto de que ya no tenía fuerzas para respirar.

Colby se encargaba de que tomara los medicamentos todo al pie de la letra, pero nada funcionaba.

—Puedes irte, estaré bien —le pedí y medio que le ordené al ayudante de mí padre, quien estaba sentado a mí lado en la cama.

—Debo asegurarme de que no tengas fiebre y que la tos disminuya —insistió Colby, tocando mi frente para ver que no tuviera una temperatura corporal elevada.

—Colby, no soy una niña.

—No quiero dejarte sola.

—No estoy sola, tengo a Rhett.

Él respingó ante mis palabras y frunció el ceño con clara molestia.

—No hay gran diferencia.

—¿A qué te refieres? —inquirí un poco molesta.

—Todos estos días apenas se ha acercado a ti. Ni siquiera le preocupas. Él sólo te utiliza —insinuó con claro veneno en su voz, uno que me molestó mucho.

Sí, era verdad que Rhett apenas se había acercado a mí. Pero no era como si no le importara. Seguramente no se acercaba porque si no era Colby, eran mi padre y sus médicos rodeándome todo el tiempo.

Además, por mí culpa seguíamos peleados. Y no pudimos retomar nunca la conversación.

—Rhett no es esa clase de hombre —espeté muy en serio.

—Si no lo fuera...

—Si él no está aquí es porque tú estás todo el tiempo. Él no quiere estorbarme, pero estoy segura de que se preocupa por mí y que estará cerca si te vas —dije de forma tan cruel que me sentí culpable al instante.

Ahora no sólo había lastimado a Rhett, si no también a Colby.

Él bajó la mirada con bastante pesar.

—Está bien.

Se fue. Y aunque suene mucho más cruel, sentí cierto alivio. Estaba un poco asfixiada de su presencia.

Pero luego le pediría disculpas. Se preocupó por mí a pesar de su intensidad.

Pasaron las horas y Rhett no apareció en la habitación. Pensar que Colby tenía razón me generaba un extraño apretón en el pecho. La oscuridad de la noche se hacía presente en la ventana. Y las primeras gotas de una esperada tormenta se hicieron presentes. Intentaba dormir, pero el sonido de la lluvia y el calor insoportable producto de una posible fiebre me hacían dar vueltas en la cama, hasta el punto de enredar las sábanas en mis pies. Comencé a quitarme la ropa al sentir como estas me pesaban y me envolvían hasta hacer mi piel arder y transpirar. Tenía la boca seca y no tenía ánimos de llamar a alguna mucama, así que me levanté y me dirigí a la cocina.

Corazones Caóticos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora