Capítulo 3.

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KINTSUGI.

Anoche me dormí con mucho dolor, después de las tres de la mañana me agarró el sueño.

Antes de dormir, Arthur me había mandado un mensaje dándome la oportunidad de llegar más tarde o que si gustaba me tomara el día. No habían despedido a Bill debido a que el jefe decidió que no podía hacerlo ya que estaba necesitando personal.
Dejé el teléfono a un lado y lloré.
Me apreté los ojos con las palmas y lloré desconsoladamente, sola y en un completo silencio en la habitación.

Cuando me calmé, me toqué la herida que ya estaba vendada y desinfectada. Estaba caliente pero yo no tenía fiebre, no sabía que estaba sucediendo.
Tomé de la mesa de noche una pastilla para la infección junto al vaso de agua y me la tragué rezando un poco. Le pedí a Dios que me sanara la herida y me dormí.

Ahora, aún acostada en la cama miraba el techo sin querer tocar mi costado derecho. Pensaba en que debía hacer, no quería ver a Bill, ni siquiera estar en un turno opuesto al de él porque al entregarle el turno o él me lo entregara a mi tendría que verlo e informarnos lo que faltaba. Estaba asustada y me sentía sola.

Me senté en la cama con los pies en el suelo, debía ir al baño. Descalza caminé lentamente al baño sintiendo el frío sueño de la habitación.
Me restregué los ojos pegados por las lagrimas que no había secado de mi rostro en la madrugada y me senté en el inodoro. Oriné, me limpié y me paré frente al espejo.
Era el momento decisivo.
Con los ojos cerrados me quité la camiseta, la dejé caer al piso y abrí los ojos. Ahí estaba el vendaje.
Abrí el cajón detrás del espejo, saqué un parche; alcohol y algodón para volver a limpiar. Ya no me dolía.

Cerré la puerta dejando el espejo nuevamente mirándome. Me quité el vendaje lentamente sin quitar la mirada del espejo, las marcas de garra estaban secas, se podía decir que de un color rojo sangre. Suspiré y al pasar mis dedos por las marcas estas estaban ardiendo.
¡Auh! —exclamé en voz baja. Sobé mis dedos en mi pulgar y miré con el ceño fruncido.

De un momento a otro el color rojo sangre fue cambiando a un amarillo. Pestañeé varias veces asustada, eso no podía estar pasando. Me sobé los ojos y cuando volví a mirar la herida estaba dorada.
Grité asustada, mis piernas temblaban.
¡QUÉ ESTABA SUCEDIENDO!

Respiraba agitada, abrí la llave del agua y me eché con las manos mojando incluso el piso. Hice ese movimiento por un largo tiempo hasta que al darme cuenta, el piso estaba hecho una poza.
Me toqué y me restregué muchas veces hasta dejarme rojo por alrededor. ¿Una herida dorada? ¡Tenía que ser una broma!

—Tengo... Tengo que ir a un hospital, si —susurré nerviosa pasando las manos por mi cabello—. No, me van a encerrar. Mierda, que hago... —mordí mis uñas angustiada.

Me movía de un lado al otro.
Estaba entrando en un estado de shock.
Esto no podía estarme pasando.
Me senté junto a la pared mojándome de las caderas hacia abajo por el piso mojado. Me mecí adelante y atrás, el terror era increíble. Mi estómago sufría por los retorcijones, no sabía si debía hacer del dos o si debía vomitar. Mi cuerpo era un temblor imparable.

Al menos el dolor ya no estaba.
Inhalé y exhalé más de veinte veces.
Y cuando pude estar de vuelta en mi estado normal... me puse de pie. Caminé de vuelta a la habitación, recogí el computador del suelo y me senté en la cama en busca de una explicación.

"Cicatrices doradas"
Escribí.
Lo único que me aparecieron fueron imágenes de tazones con líneas doradas parte del diseño.
Bajé en busca de más información.
Me apareció un post de Pinterest con las palabras que había escrito en el buscador.

Seguí bajando, ahí me aparecieron palabras relacionadas:
¿Qué significa Kintsugi?
¿Cómo se llama la técnica de reparar con oro?
¿Qué significa la palabra Kintsukoroi?
¿Cuando algo se rompe se pega con oro?

El Demonio en Tinder ✧ Ian BohenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora