(RECOMENDACIÓN: mira el video y entiende la canción antes de leer el capítulo a continuación. En algún punto del capítulo lo necesitarás)
La tristeza del Diablo.
¿Qué?
¿Había dicho eso?
¡Ian es increíble! Y no en el buen sentido.
Tosí. Eso me había tomado por sorpresa y me había ahogado con mi propia saliva.
Hubiera pasado desapercibido si hubiera dicho eso con un tono más normal, ¡no sensual de la manera en que lo hizo!—Tío Ian, tú... ¿no estabas revisando algunos papeles? —pregunté mirándolo.
—En seguida voy cariño, aún no me has presentado a tu amigo —respondió extendiendo la mano. Arthur se acercó y se la estrechó diciéndole su nombre. Ian asintió—. Si quieren toman asiento y charlan mientras yo reviso algunos papeles —repitió lo que yo había dicho pero con una pésima actitud escondida.
—Gracias —dijo Arthur.
Me miró y yo le hice un movimiento de cabeza para que nos acercáramos al sofá que hace poco nos habíamos estado comiendo Ian y yo.
Nos sentamos, yo dándole la espalda a Ian y mi amigo presente al otro lado. Nos giramos para quedar frente a frente y Arthur acarició mi rodilla suspirando, sentí lo tranquillo que se encontraba en este momento. Sentí incluso como latía su corazón, lo triste era que yo... ya no sentía lo mismo.
—¿Cómo has estado? —preguntó.—Bien, si, he estado estresada pero nada que no pueda solucionarse —confesé haciendo una mueca seguido de una sonrisa—. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te fue con Melody? —pregunté de vuelta para que no se enfocara en mi.
—Aquella noche conversamos bastante —respondió—. Es una chica muy simpática, cariñosa y con un buen sentido del humor.
"Simpática, cariñosa... buen sentido del humor"
Esa descripción la recordaba muy bien.—Me alegro muchísimo que lo hayas hecho —sonreí—. Serás el amigo que tanto necesita esa chica.
—De hecho, me invitó a salir —contó con asombro. Reí y acaricié su mano en mi rodilla—. Pero le pediré que vayamos lento, porque de verdad que no estoy interesado en conocer a alguien en estos momentos... —me miró a los ojos. Yo sabía lo que eso significaba. Le sonreí de lado desviando la mirada. Si hubiera sido la Edith de hace unos días en que se le aceleraba el corazón por absolutamente todo lo que él hacía estaría fascinada por su respuesta, lástima que ésta no es una historia de amor entre dos seres humanos.
—Siempre has sido el hombre perfecto que toda mujer debería tener en su vida —le dije como respuesta para cambiar el tema—. Me alegra que estés en la mía.
—Eres tan dulce cuando te lo propones —rió. Le di un pequeño empujón con la pierna en que los dos teníamos nuestra mano—. A todo esto, ¿que has sabido de tu mejor amiga?
—Oh, ¿te conté lo que había sucedido cierto? —pregunté mirando hacia arriba para recordar—. ¿Que se había enfadado conmigo?
—Si.
—Bueno, hoy fui a buscarla a su casa... no estaba así que rompí una ventana para poder entrar.
—¡Edith! —me reprochó.
—¿Qué? Ella no contestaba mis llamadas, ni mis mensajes, me tocaba tener que entrar a la fuerza. Y créeme que fue lo correcto porque en la mesa de la sala se encontraba una nota diciendo que se había marchado sin avisarle a nadie pero que me quería y que no me preocupara. ¿Sabes lo extraño que es eso?
Arthur lo pensó.
—Bueno, espero que no te molestes que te lo diga así, pero... ¿no es ella de esa manera? Digo, ¿algo no sale como quiere y desaparece culpando al mundo? —preguntó arrugando el entrecejo.
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El Demonio en Tinder ✧ Ian Bohen
SpiritualLas apps son inofensivas. Algunas son para socializar, conocer gente y quien sabe... encontrar el amor. Otras para leer y escribir. Y otras simplemente para distraer la mente. Pero, ¿qué sucede si una app es usada por un ser sobrenatural? Un ángel...