Tres días después de la llegada a Zenel.
― El rey ha mandado por usted alteza.
― ¿Y si decido desobedecer a su llamado?
― Quizás usted tenga que… morir.
Él hizo una pausa notando la presencia de las doncellas que preparaban mi vestido para ese día. Así que se aproximó para que ellas no escuchasen nuestra conversación. La verdad, no debía porqué desconfiar de ellas, mis doncellas asignadas habían sido modestas y muy atentas conmigo. Gracias a ellas, mis días en el palacio de Zenel estaban disminuyendo en cuanto a la carga pesada que debía llevar con mi secuestro y peor aún, pensar en mi matrimonio forzado.
Sin embargo, morir no estaba en mis opciones de cómo salir de esos problemas que me atormentaban, considerando que mi enemigo era un rey y que estaba en el territorio enemigo. No obstante tenía un aliado y ambos deseamos acabar con el tirano de Friedrich.
― Recuerda que el rey ha estado irritado porque no lo besaste en la corte el día de tu llegada.
Raffael susurro disimuladamente a mi oído.
― Si no hay otra salida entonces vamos. No hagamos esperar al rey.
Suspiré resignada levantándome de mi lugar.―Alteza, no puede ir así a la presencia del rey.
Adeline dio unos pequeños aplausos y las otras dos doncellas se apresuraron a mostrarme el vestido. Debía admitir que era un diseño hermoso en un tono celeste pálido.
― Yo la esperaré fuera, alteza.
Raffael informó y salió de la habitación.
― El señor Caín es muy atractivo.
Susurró Acacia a Adeline, sin embargo su confesión fue escuchada por todas en la recamara. Yo sonreí. No la culpaba por pensar que Raffael era atractivo, cuando yo ya la había pensado antes, más no lo había dicho. También recordé que ante todas ellas él era Caín, no Raffael.
― ¡Calla!
Le ordenó Adeline con vergüenza. Las tres me vieron y al notar que yo lo había tomado con humor, ellas también rieron con libertad. Con momentos como estos, sobrellevaba mi pesar.
Cuando estuve lista salí de la habitación. Raffael me vio de pie a cabeza sus labios hicieron el intento de pronunciar algo, sin embargo, me quedé esperando, ya mejor se adelantó y me guio por palacio. Él liba a prisa y yo intentando seguirle el paso.
Cruzamos los jardines más hermosos que mis ojos hayan visto algún día. Las rosas en tonos azules y rosadas adornaban las fuentes que imponentes se alzaba y el agua fluía apacible y constante.
― Sacarte de palacio no será fácil.
Me comunicó un Raffael sombrío y misterioso.
― ¿por qué crees que el rey quiera verme?
― Hay rumores.
― ¿Rumores?
― De un baile real.
― Entiendo, quiere exhibirme.
― No solamente eso, también quiere retar a los reinos del círculo y en ese baile buscará ganarse la aprobación de los ministros y la realeza para llevarlo a cabo.
― Creí que quería regresar al tratado de los siete reinos.
― Ese era su plan hasta que llegaste tú.
Hizo una pausa al notar que yo estaba sin palabras. Eso destruía toda esperanza de escapar y que hubiese paz en los siete reinos del círculo.
― ¿Ahora que pieza de este juego me corresponde?

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La Heredera
RomanceLa princesa Leila de Aspen nunca imaginó ser raptada el día de su cumpleaños número dieciocho, por el enemigo de su padre, el rey Friedrich. Durante el rapto reconoce a un hombre de su pasado en la Escuela Real. Ese hombre no es nada más ni nada m...