II: Courage to change.

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«Mundo, quiero dejarte mejor. Quiero que mi vida importe.»

Severus sabía lo que era un déjà vu: la impresión de que el momento presente ya ha ocurrido antes. En discrepancia con los estudios muggles sobre el tema, el fenómeno tenía poco que ver con el cerebro y su capacidad para almacenar información, y más con los efectos secundarios aunados a la magia temporal. Este tipo de hechicería, además de ser bastante complicada, requería un gran potencial mágico para su uso. En consecuencia, los hechizos y artefactos que funcionaban mediante ella, dejaban tras de sí una especie de estela residual; remanentes demasiado débiles para causar daño serio, pero lo suficientemente fuertes para confundir el cerebro de los muggles. Los magos, por supuesto, no se veían afectados por una anomalía tan ridícula, al ser capaces de entender y procesar la magia.

Severus era un mago. Él sabía lógicamente que era inmune. Y sin embargo, mientras se dirigía al salón que ocupó innumerables veces en los últimos años como maestro, pero en su cuerpo de estudiante; no pudo evitar pensar que estaba atrapado en uno. Nadie podía culparlo; después de todo, Merlín sabía que su situación actual era cualquier cosa, menos lógica.

Los pasillos estaban bastante vacíos tan temprano, que fue precisamente el porqué renunció al desayuno dentro del Gran comedor, y optó por emprender la ruta familiar hacia el escenario común de su adultez. Las mazmorras se mantenían horriblemente frías, incluso cuando el verano apenas empezaba a ceder; Severus se ajustó con fuerza las raídas túnicas de estudiante y aceleró el paso hasta que dio de frente con una puerta familiar. El aula de pociones.

Lanzó un alohomora y entró al salón. El olor conocido de hierbas varias, especias y oxido, atacó sus fosas nasales nada más abrirse las puertas. Severus estuvo al interior de esas cuatro paredes por décadas, recorriéndolas de cabo a rabo; conocía cada muesca, mancha y desgaste en las paredes como la palma de su mano. Pero ahora, cuando sus recuerdos recientes se superponían con la vista ante él y las imágenes de su lejana adolescencia; había una sensación de discordancia que lo envolvía todo. Familiar y, sin embargo, extraño. Se sentía como escuchar ecos de otra vida: una que en algún momento le perteneció, pero ahora se sentía ajena. Imposiblemente lejana.

Aseguró la puerta y caminó de forma pausada hasta la última mesa del lugar. Severus supuso que había algo de ironía en que su estación de trabajo predilecta, resultara ser la favorita de Potter y su compinche pelirrojo durante los seis años que estuvieron en Hogwarts. Tomó asiento en el escritorio y rozó con la punta de los dedos las marcas dejadas por varias generaciones en la madera desgastada; ninguna hecha por un estudiante suyo. Muchos de esos chicos, se recordó, ni siquiera nacían todavía.

Estar allí, en su otrora hábitat natural, le permitió centrarse y reorganizar la información que conocía. Después de darle vueltas al asunto toda la noche, la única conclusión a la que pudo llegar fue que, de alguna manera, regresó al pasado; muy seguramente después de morir o justo cuando estaba a punto de hacerlo. Palabras más, palabras menos: cerró los ojos esperando descansar para siempre y en lugar de eso, obtuvo un viaje sin retorno al interior de su peor pesadilla: la adolescencia. Todo en su vida conspiraba para llevarle la contraria; cuando por fin halló consuelo en la idea de morir, alguna fuerza sobrenatural salida de Merlín-sabe-donde decidió que no lo merecía.

Ah, y como bonus, lo envió de vuelta a la etapa más patética de su vida.

Hogwarts durante sexto año fue una mierda. Perdió su amistad con Lily justo el año anterior y luego su madre falleció durante el verano previo al reinicio de las clases. Eso sin contar que fue por ese entonces cuando James Potter desistió de hacer imposible la vida de todos en el castillo, excepto la de Severus; por lo que centralizó los esfuerzos de su pandilla de imbéciles en solo una cosa: joder su existencia. Y no podía olvidar mencionar el peso ominoso que representó La guerra; había expectativas por cumplir y papeles que interpretar. A sus dieciséis, Severus era un paria: el futuro mortífago, el mestizo pobre. Un desperdicio de espacio.

Please, let me get what I want (this time) [JEVERUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora