VII: Again (Pt. 1)

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«Por eso quiero ser más fuerte estoy en el proceso; para seguir adelante, doy la bienvenida a amigos y enemigos.»

Por segunda vez en menos de doce horas, Severus se encontró encerrado en la Sala de los menesteres con un enfurecido Potter a cuestas, exigiendo explicaciones.

Solo su maldita suerte.

El espacio se había transfigurado en una austera estancia. La cama —matrimonial, para su mortificación—, un espejo de cuerpo entero, dos sillas simples y una mesa sobre la cual descansaban algunas toallas dobladas y un cuenco vacío, eran todo el mobiliario del lugar. Carente de lujos, pero útil a sus propósitos. Severus no podía quejarse, menos aun con lo delicado de su situación. En todo caso, agradecía contar con un escondite prácticamente indetectable; solo Merlín sabía lo que una manada de Slytherin resentidos le harían si lo encontraran malherido y vulnerable, sin posibilidades de huir.

—¿Qué mierda, Snivellus? ¿Por qué carajo me encerraste aquí? —Potter gritó— ¿Y por qué parece que el autobús noctámbulo te pasó por encima... varias veces?

Severus giró en su dirección con una mirada poco impresionada.

—De nuevo, Potter; si te abstuvieras de acosarme no estaríamos en esta situación —replicó, mientras escaneaba la habitación con la mirada—. Más temprano tuve suficiente de estar encerrado contigo para el resto de mi vida; lo último que quería era ver tu desagradable cara de nuevo tan pronto.

El chico Gryffindor parecía acostumbrado al comentario a estas alturas, por lo que no explotó a la defensiva como Severus esperaba. Sin embargo, cruzó los brazos sobre su pecho con molestia y explicó:

—No te seguía, ególatra de mierda —entornó los ojos para acompañar el comentario—. Estaba trabajando con Rem en el ma... en algo y te vi huyendo sospechosamente.

Fue el turno del pocionista para rodar los ojos. Potter consideraba maliciosa cualquier acción que Severus llevara a cabo, por inocente que fuera; incluso un suspiro fuera de lugar se equiparaba a las tramas más oscuras pensadas por el hombre en la mente del idiota gryffindor. Por supuesto que señalaría en su dirección con dedos acusadores sin un maldito motivo aparte de atreverse a existir y ser Snivellus.

Tampoco pasó desapercibido para Severus el lapsus linguae de Potter en medio de su explicación. El pequeño desliz sirvió para confirmar sus sospechas sobre el estado actual del mapa perverso: incompleto y apenas en vías de desarrollo. Debió adivinar que la mente maestra detrás del artefacto era Lupin. Potter, Black y Pettigrew no tenían entre los tres una sola neurona funcional; era de esperarse que dejaran al lobo el trabajo logístico y se limitaran a seguirlo como cachorritos por el castillo mientras se encargaba de ello.

—Claro Potter, suena muy creíble.

El tono malicioso de Severus envió al gryffindor por una tangente de réplicas exasperantes, cada una más estridente que la anterior.

Demasiado adolorido y exhausto para discutir con la molestia ruidosa a su lado, Severus caminó hacia la mesa y se dejó caer en una de las sillas sin mucha contemplación, esforzándose por fingir que la voz chillona de Potter era solo ruido blanco. Llenó el cuenco con un aguamenti y se lavó el rostro; algunos de los cortes allí picaban al entrar en contacto con el agua. Una vez terminado eso, se deshizo del abrigo que llevaba encima y deslizó las mangas de la túnica hasta que estuvieron aseguradas a la altura de su esternón. Humedeció una de las toallas para limpiar las heridas de los brazos, y luego curó las más evidentes usando episkey y otros encantamientos básicos de sanación.

Tratar con las lesiones graves —incluida la de su hombro— requeriría hechizos de mayor exigencia que Severus se abstuvo de invocar. Su magia aún se encontraba débil, además de que le costaba un poco concentrarse después de su crisis nerviosa anterior. A falta de mejores opciones, lanzó un simple anaesthesia y respiró profundamente cuando el dolor se vio atenuado, al menos de forma momentánea.

Please, let me get what I want (this time) [JEVERUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora