VI: Back to the old house.

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«Prefiero no regresar a la antigua casa, hay demasiados malos recuerdos allí. [...] Y nunca supiste cuanto me gustabas realmente, porque nunca te lo dije.»

TW para: maltrato infantil (menciones), acoso y violencia escolar y ataques de pánico. Por favor, lean con cuidado.

Lily se sentó frente a él, luciendo acongojada y decidida a partes iguales; un calco de la expresión que ostentaba cuando su amistad terminó frente a la torre Gryffindor, tantos años atrás. —Tú has elegido tu camino, y yo he elegido el mío—. Severus solo podía esperar que cuando todo estuviera dicho y hecho entre ellos esta vez, el desenlace resultara más esperanzador que en aquel entonces.

—Supongo que tienes preguntas por hacer —el muchacho inició la conversación, decidido a abordar el asunto con prontitud. Ella asintió—. Adelante, entonces.

Lily se veía como justo antes de que Potter los interrumpiera: la mirada acuosa y desenfocada, el entrecejo fruncido; espasmos esporádicos sacudían su cuerpo, mientras abría y cerraba la boca en repetidas ocasiones sin articular palabra alguna. Daba la impresión de estar profundamente hundida en desesperanza y miedo, pero sus ojos aún brillaban con la determinación que siempre la caracterizó. En conjunto, ella recordaba a una criatura acorralada que podía sacar sus garras en cualquier momento, no dispuesta a ser derrotada sin luchar.

—Yo... —su voz tembló un poco y carraspeó para aclararla— lo viví todo.

La manera en que lo dijo confundió a Severus.

—¿Lo viviste? —preguntó y ella respondió con un asentimiento—. ¿Qué quieres decir con eso?

—Quiero decir que estuve allí, como si lo viviera de primera mano —dijo, las lágrimas a penas contenidas en sus ojos brillaban intensamente bajo la luz de la habitación. Mordió su labio y le miró directamente a los ojos—. Pero no era yo; era tú. Rememoré todo mientras estaba en tu cuerpo: veía lo que viste y sentía lo que sentiste.

Severus se estremeció. Los efectos del conjuro resultaron ser peores de lo que esperaba.

En retrospectiva, debió anticipar algo así al concebir la configuración gramatical del hechizo. La mayoría de encantamientos se relacionaban de manera muy textual con las palabras que se empleaba para conjurarlos. Recordar el corazón, al ser una expresión más poética que lógica, conllevaba un razonamiento complejo donde la magia interpretaría algo metafórico de la manera más literal posible, sin alterar el propósito para el cual fue concebido el hechizo en primer lugar. Las emociones, al ser más profundas e íntimas que las simples memorias, requieren experimentarse más allá de la sola vista; deben sentirse. Entonces, para realmente recordar con el corazón —revivir los sentimientos— de otro, necesitas convertirte en el otro.

Tragó ante las implicaciones de eso y con hilo de voz, preguntó:

—¿Cuánto viste? —lo pensó mejor y luego se corrigió— ¿Cuánto sentiste?

—Bastante. No toda tu vida, pero gran parte de ella —respondió—. Se sintió como si hubiese estado allí por mucho tiempo; años y años de memorias. Me sorprendí cuando todo terminó y solo habían pasado un par de minutos realmente.

Él arrugó el entrecejo, consternado por el camino que tomó su propio hechizo.

—¿Eran recuerdos inconexos o tenían algún tipo de hilo conductor?

Lily dudó.

—No sé bien cómo explicarlo —respondió insegura—. Mientras estaba dentro del hechizo, me sentía como si fuera tú; no era consciente de que estaba evocando. De hecho, en algunas ocasiones podía recordar momentos dentro del recuerdo; pedazos de tu vida que el hechizo no me mostró, pero tú los rememoraste en la ocasión que estaba experimentando. La profecía de Trelawney, por ejemplo: no viví ese momento en el hechizo, pero lo recordé cuando reviví tu conversación con quien-tú-sabes al respecto.

Please, let me get what I want (this time) [JEVERUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora