«Yo del pasado: quiero decirte que no te pierdas en esas cosas insignificantes; tus enemigos se derrotarán a sí mismos antes de que tengas la oportunidad de devolver el golpe.»
El primer impulso de Severus fue inmovilizarlo y borrar su memoria. Quizá también lanzarle una que otra maldición dolorosa, solo para estar seguros. Era el plan perfecto: ya no tendría a James Potter husmeando en sus asuntos y si usaba más fuerza de la necesaria con los encantamientos defensivos, no era como si el cerdo pudiera lloriquear por ello a Dumbledore después de un buen obliviate. Un claro ganar-ganar.
—Ni lo pienses —intervino Lily, antes de que Severus pudiera siquiera levantar la varita, por lo que debió detenerse a regañadientes.
Allá iba una buena oportunidad.
Potter los miraba fijamente con el ceño fruncido, confundido por el intercambio. Era obvio que intentaba mostrarse amenazante, pero a ojos de Severus esa bravuconería infantil lo hacía lucir como un idiota aún más grande del que ya era. Cualquiera con dos dedos de frente evitaría la confrontación directa y, en su lugar, se mantendría oculto para recopilar la mayor cantidad de información posible sin ser descubierto; pero por supuesto, Potter y su diminuto cerebro Gryffindor eran incapaces de razonar como alguien normal. Esperar pericia por parte del imbécil era como dejar a Longbottom en un laboratorio lleno de ingredientes reactivos y aspirar a que transmutara la piedra filosofal: una pérdida de tiempo con potencial para terminar en desastre. En todo caso, las posibilidades de Longbottom convirtiéndose en un alquimista experto, seguían siendo más altas que las de Potter adquiriendo sentido común.
Sería tan fácil aturdirlo, ni siquiera sabría que lo golpeó. Un par de maldiciones a modo de escarmiento y quizá finalmente aprendería a mantener su narizota fuera de lo que no le incumbe. Incluso podrían hacerlo a la manera muggle y darle unos buenos porrazos en la cabeza; poco ortodoxo, pero funcional. Si la suerte estaba de su lado, tendría una conmoción después de eso y no necesitarían el obliviate en lo absoluto.
—Dije no, Severus —Lily le regañó, sin duda leyendo las intenciones en su rostro. Le dio una mirada poco impresionada hasta que estuvo segura de que no intentaría nada y luego dirigió su atención a Potter—. Y tú, ¿quieres explicarme por qué, en nombre de Merlín, crees tener derecho a exigir explicaciones de algo que no te concierne? La última vez que revisé, escuchar una conversación a escondidas no te hacía partícipe de ella.
El imbécil en lugar de mostrar remordimiento, se irguió con orgullo y sonrió como si acabara de inventar la magia misma.
—Sospeché que Snivellus tramaba algo e intentaba arrastrarte en ello —se pavoneó—; claramente no me equivoqué.
Severus y Lily compartieron una mirada que mezclaba irritación y precaución a partes iguales. Potter sabía. No podían precisar cuánto, pero sin duda tenía algo de información de su lado. Era difícil recordar si dijeron algo comprometedor antes; ambos se encontraban demasiado alterados cuando Lily salió corriendo como para medir lo que abandonó sus bocas en el momento, y la conmoción de ser descubiertos por Potter hizo que todo pareciera aún más caótico. Solo les quedaba especular que el pequeño fisgón no presenció su reunión al interior de la Sala y, por ende, cualquier cosa que escuchó carecía de contexto.
—No tengo idea de qué hablas, Potter — declaró Snape, optando por la confiable estrategia de fingir demencia. Si jugaban bien sus cartas, podrían sondear cuánto sabía Potter y en base a ello, hacerse una idea de qué tan difícil sería silenciarlo—. Por lo visto a esa cabeza tuya se le cayó el último tornillo que conservaba.
Potter lo miró con furia y caminó hacia él hasta invadir su espacio personal. Severus sostuvo la varita bajo la manga de su túnica, preparado para cualquier posible ataque.
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Please, let me get what I want (this time) [JEVERUS]
Fanfiction«Todo en su vida conspiraba para llevarle la contraria; cuando por fin halló consuelo en la idea de morir, alguna fuerza sobrenatural salida de Merlín-sabe-donde decidió que no lo merecía. Ah, y como bonus, lo envió de vuelta a la etapa más patética...