Capítulo 44

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Quería volverme loca, no sabía como líder con todo esto que me acababa de enterar

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Quería volverme loca, no sabía como líder con todo esto que me acababa de enterar. Como era posible que me hubiera ocultado semejante cosa, como es posible que ella allá lidiado con todo eso sola. 

Mientras mas lo pensaba mas mal me ponía, sentía ese enorme hueco que sentí cuando me dijeron que acaba de morir, me fue imposible el no pensar en los últimos años en los que pasamos juntas, siempre fuimos unidad, pero recuerdo que de unos años para acá, ella me buscaba mas. Quería que hiciéramos cosas juntas, su empeño porque yo estuviera con Santi o el que yo aprendiera a hacer cosas de Santi, como el cómo cambiar el pañal, preparar el biberón, bañarlo, etc. Ahora entiendo todo, entiendo por qué lo hacía, solo estaba preparándome para su partida. 

Sentía los ojos hinchados de tanto llorar y el enorme hueco que sentía en el estómago no se me quitaba, tenía ganas de vomitar, de hecho lo hice. Solo quería llorar por un largo rato hasta asimilar esto, pero la alarma en mi celular me recordó que no podía, no podía hacer eso, porque tenía que ir por Santi al maternal.   

Tome todos los sobres de papeles que había en la caja fuerte, el dinero ni siquiera lo toque, cerré bien la caja fuerte y con los sobres en las manos salí de la habitación y posteriormente del cuarto. Subí a mi carro, deje los papeles en el asiento del copiloto, me mire en el espejo que traía el carro, era un desastre, el poco maquillaje que me había puesto se había corrido por las lágrimas, traía al rededor de los ojos negro del delineador y en parte de la mejilla. Mis ojos estaban rojos he hinchados de tanto llorar, no podía ir así a recoger a Santi pensarían cualquier cosa 

Por suerte suelo traer pañitos húmedos en el carro, pues, a Santi seguido se le cae la leche, el jugo o cualquier cosa que coma en el carro, con eso me limpie la cara, maneje tranquila hasta llegar al maternal, antes de bajar del carro tome unas gafas de sol, me asegure de «verme un poco mejor», cuando me asegure de eso baje, cada paso que daba hacia la entrada, el corazón se me aceleraba.

Desde donde estaba podía ver a Santi, que su maestra ya lo traía en brazos, pues, ya me reconocía, me detuve unos segundos suspire, con el nudo en la garganta y en el estómago, continué mi camino. Puse la mejor sonrisa que podía dar en el momento apenas llegue a la maestra 

-Buenas tardes, señora Mariana - le sonrió 

-Buen día, miss Laura - por los lentes estoy segura de que no sabía a quién miraba, pero en ningún momento pude dejar de ver a Santi, al tenerlo cerca tenía la necesidad de abrazarlos, tenerlo cerca de mí y unas profundas ganas de llorar - ¿Qué tal se portó mi pequeño? 

Pregunte mientras estiraba los brazos para cargarlos, Santi gusto se vino conmigo, apenas lo tuve en mis brazos lo abrace fuerte y le plante dos besos en la mejilla 

-Muy bien, es un angelito, comió bastante bien, tomo dos sientas de una hora y la otra de cuarenta minutos que basto para que se recargara de energía - sonrió, me entrega el bolso de Santi que tomo y me lo cuelgo en el brazo.  - Nos vemos mañana Santi 

Imaginemos ser una familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora