La Trampa que Derramó

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La nostalgia y la tristeza invadían a Bakugo y Kirishima

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La nostalgia y la tristeza invadían a Bakugo y Kirishima.

Luego de hablar con el fantasma, la castaña los guió hasta lo que alguna vez llamaron hogar. Aquellas calles llenas de risas, colores y pura vida, hoy en día se encontraban vacías, llenas de tonos grisáceos, la quema les había arrasado por encima y toda la magia se habia perdido.

Una parte de sí mismos fue llenada de dolor e ira junto impotencia.

Se sentían imponentes de no haber ayudado a evitar todo esto, hubieran podido si se hubieran quedado los veinte años, hubieran arreglado todo durante este tiempo.

Ninguno se había dado cuenta que estaban llorando, mientras los hombres se asomaban a buscar, Ochako se quedó por detrás sosteniendo los caballos, dándoles el espacio que necesitaban.

Kirishima se aventuro temeroso a lo que alguna vez llamó su casa, donde había crecido con sus hermanas y sus padres, rodeado de amor, gritos, llantos y risas.

Caminó por los restos que le dejo el incendio buscando respuestas y ahogando un grito de furia, estaba muy molesto.

Él nunca perdonaría a su mujer por matar a sus padres ni por decirle en donde se encontraban sus hermanas.

Sin poder con tanto, lentamente salió de la antigua casa, visualizando como el rubio también salía con la cabeza gacha del que fue su propio hogar.

No dijeron mucho cuando montaron los caballos, simplemente comenzaron a andar de vuelta al campamento.

–Dicen que aún existen criaturas mágicas vagando detrás de las montañas, estoy segura que los recibirán gustosos como sus soberanos.

Ochako quiso sacarles conversación, sin embargo, los hombres no le tomaron mayor importancia en aquel momento.

–Primero que nuestro reino pueda volver a otorgar magia propia a sus habitantes, luego investigaremos.

La fría y seca respuesta del pelirrojo dejó en claro que ninguno quería nada de ella en ese momento, por lo que la castaña mantuvo su compostura y guardo sus comentarios.

Para seguir su camino debían de buscar y encontrar respuestas a lo que había sucedido hace tantos años, fue por eso que estaban vagando por lo que alguna vez fue conocida como la ciudad central del Reino de la Ira.

Cada vez se acercaba más su encuentro con los invitados reales, Uraraka debía de pensar alguna excusa que inventar para llevarlos hasta allí. 

–¿Que mierda es eso?

La pregunta del rubio llamo la atención de la mujer, pues a un costado de ellos había un par de árboles en perfectas condiciones, una vista muy armoniosa y perfecta como para ser real.

La mujer frunció el ceño antes de recordar un detalle, en los límites de los reinos estaban muriendo inocentes.

–Sigan su camino y actúen con calma, es una trampa.

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