Capítulo XXI.

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(NarraBabi)

Me desperté agitada. Una pesadilla.

Ver a Jesús durmiendo junto a mi me tranquilizó. Se me ocurrió despertarle.

Con un mechón de mi pelo le acaricie la nariz. Se movió y arrugó la nariz, parecía un bebé. Luego se despertó y me miró con una sonrisa mañanera demasiado preciosa.

-Buenos días princesa, hoy he soñado contigo.

-Eso es de un libro. -Le dije sonriendo.

-Pero queda mejor en la realidad, ¿no?

-Por supuesto que sí. Buenos días.

-Tengo que irme, tengo que ayudar a mis padres con el tema de la mudanza.

Dos días para que se mudaran. Me volví a derrumbar por dentro pero esta vez intente que no se notara y sonreí.

-Si quieres voy yo también y os ayudo.

-No hace falta enana, me voy.

Me besó dulcemente.

-Hasta luego enano. -Dije aunque no quería que se marchara.

Salió de casa y me asome a la ventana para observar como esa perfección de persona se iba después de haber dormido conmigo.

Desayune una manzanilla y me vestí dispuesta a salir a correr.

(...)

Llegué a casa agotada. Me di un baño de una hora y llamé a Valeria para comer con ella.

Me vestí con un mono muy informal de color azul marino y unas converse blancas. Además me recogí el pelo en un moño despeinado y mientras esperaba a que ella llegase cogí mi móvil. Ninguna novedad.

Tocaron a la puerta y fui a abrir.

Comimos juntas y se fue a su casa, ella había quedado con su novio y yo pensaba darle una sorpresa al mio.

(NarraJesús)

Volví a mi casa y ayude un poco a mis padres con el tema de la mudanza.

A las 16:00 nos llamaron unos amigos a mi y a Dani para ver un partido de fútbol.

Nos vestimos y nos fuimos a una bocatería de por allí.

Quisiera haber avisado a Babi, pero me dejaron claro que nada de novias, sólo los cinco amigos, solos.

Llegamos y empezamos a ver el partido. No recuerdo quién jugaba pero recuerdo la pasión con la que apoyábamos a nuestro equipo.

De repente y en mitad de un penalti, recibí un WhatsApp de Babi.

Obviamente Babi era mil veces más importante, así que lo abrí.

''Mira a la derecha''.

No podía estar donde yo, era imposible, no la había avisado. Una media sonrisa se formó en mis labios y aunque pensaba que no podía estar, miré hacia la derecha.

En la mesa de la derecha había una chica castaña que me daba la espalda. Llevaba un mono de color azul y un moño despeinado.

No puede ser.

-¿Babi? -Pregunté mientras tocaba en el hombro de esta chica, intentando que se girase.

-¿Tengo pinta de caballo? -Preguntó una voz ronca sin dejar ver su rostro, no se giró.

-N-no.

-Pues entonces no me golpees como si esperases que saliera a cabalgar.- Dijo y al final se le escapó una risa.

A continuación se giró dejando ver su impecable sonrisa. Babi.

-¡Serás mala! ¡Pensé que estaba haciendo el ridículo.

-Siempre lo haces, cielo.-Dijo sin parar de reír.

-¿Cómo sabías que estaba aquí?

-¿Quién crees que me lo ha podido decir? - Fruncí el ceño.-¿Quién va a ser? ¡El chivato de tu hermano! -DIjo con una sonrisa de oreja a oreja.

Como me vuelva a sonreír de esa manera me la como.

-Bueno, ¿Qué? -Preguntó animada.-¿Quién va ganando?

-¿Quién va a ser? ¡El mejor equipo! -Dije sonriendo.

Dios, la amaba tanto que me parecía raro. ¿Cómo podía alguien hacer eso conmigo? Dar una vuelta de trescientos sesenta grados a mi vida con sólo un par de sonrisas y un ''te quiero''. Parecía algo imposible, aunque siempre lo que parece imposible es lo que te motiva a seguir adelante.

Ella me animaba a comerme el mundo cada día, a comérmela a ella con cada mirada.

Sí, ella era mi mundo, el único válido, el único en el que podía estar horas e incluso días parado. Observando. Observándola.

Ella, sólo ella me ha hecho grande.

Más de lo que imaginas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora