Capítulo V.

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Subimos a la moto. Ni siquiera supe a dónde íbamos, lo único que quería era salir de mi zona. No sabía exactamente dónde estábamos, pero era un paisaje precioso. Era una urbanización llena de zonas verdes. Nos situamos en un parque.

-¿Sabrás volver no? Que con esa cabeza que tienes... -Me burlé.

-¡A que te quedas aquí por graciosa! -Respondió burlescamente también.

-No por favor. -Reí.

Dimos unas vueltas por la zona mientras hablábamos.

-¿Y qué hacías tú en la discoteca? Malote.-Dije riendo.

-Te estaba siguiendo.-Me siguió el juego.

-Uy que mentira, va, ¿qué hacías?

-¿Qué pasa que tú puedes salir de fiesta y yo no?

-Sí si Danielo por dios, perdón por hacerte tal estúpida pregunta. -Me burlaba de él.

-Oye.

-¿Qué?

-La vida es una mierda.

-Dijo aquel que tiene miles de fans por toda España, doble disco de platino y una sonrisa de infarto.

-Si no tengo amor nada tengo.

-Se nos ha vuelto filosófico el niño eh. -Reí.- A los dos nos han dejado como perros por otras personas, ¿qué hago mal?

-Querer a quien no debes.

-El amor no se elige, pero con lo que he pasado, lucharé por no volver a enamorarme.

-Retuit. -Se rió.

-Oye, ¿y cuándo he cogido yo esa confianza contigo, si apenas hemos hablado?

-Supongo que llevarte a mi casa a dormir cuando te ibas a quedar en la calle, dejarte una sudadera y llevarte en moto estrecha lazos.

-Supones bien. -Reí.

Pasó una hora. Nos la pasamos riendo. Jamás pensé que me llevaría tan bien con Dani.

-No deberías de seguir detrás de Jesús, fue un imbécil.

-No, no sigo detrás de Jesús.

-No te hagas la dura, me lo contaste anoche, ¿acaso no sabes que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad?

-¿Qué? ¡Mentira! No recuerdo haberte dicho nada.

-Pues lo dijiste.

-Pues lo retiro...

-No vale.

-¿Por qué dices que fue una imbécil?

-¡Pues por dejarte ir! Si yo estuviese contigo no te dejaría escapar.

-¿Eso es una indirecta?

-Tómatelo como quieras. -Dijo riendo.

-Y sobre lo de Sandra... Dejala, no puedes seguir con ella sabiendo lo que te ha hecho.

-Si sé que la tengo que dejar, el problema es cómo.

-Queda con ella. Háblalo. Eso es lo que me gustaría que hubiese hecho Jesús, al menos eso.

Se quedó pensando, luego, cuando vio que me quedé mirándole me cogió como si fuese un saco de patatas y me llevó a un pequeño prado. Yo me negaba pataleando pero no valía de nada.

Una vez que me soltó en el césped, sonó mi móvil.

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