Capítulo XVIII.

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(Narra Babi)

El pensar que Jesús podía desaparecer de mi vida me aterrorizaba.

Por muy enfadada que estuviese con él no me imaginaba que me faltase en mi vida.

En sólo cuatro días se marchaba, me dejaba aquí, sola, sin él.

Íbamos andando por la calles de Sevilla. Calles con poca juventud por que nos podían ver las fans de Jesús y Dani y en menos de diez minutos habría un ejército pidiéndole fotos, aunque eso a Jesús le gustaba.

Llegamos a la típica plaza en la que no salía nadie. Nos sentamos en el césped.

Me miró a los ojos. Esa mirada que me hacía morir por dentro se clavó en mi. Esa mirada llena de fragilidad, de dependencia, de sinceridad. Ojalá poder sentir esa mirada en cada momento del día.

-He hablado con mis padres, les he dicho que no quiero irme.-Dijo Jesús tumbándose en el césped.

-¿Y qué te han dicho?-Me tumbe junto a él apoyando la cabeza en su pectoral izquierdo.

-Les da igual, es por el bien de mi carrera musical.

-Y tienen razón Jesús, soy un obstáculo en tu carrera.

-¿Qué tontería acabas de decir? El obstáculo es no tenerte.

-¿Ves? Jesús en cuatro días adiós, no nos veremos casi nunca, eso será un obstáculo.

-¿Y qué insinuas?

-!Que te necesito! ¡Que si te vas...-Me calló poniéndome un dedo en los labios.

-¿Sabes que me encantan tus labios? ¿Y si me los dejas un ratito?

-No.-Dije negando con la cabeza y sonriendo, obviamte quería "dejárselos"-Son míos.

-Muy bien. -Dijo poniendo su cabeza frente a la mía. -Tú lo has querido.

Me robó un besito. Y luego otro. Y otro.

Llamaron a su móvil. No ví quién era.

-¿Qué quieres joder?... Estás loca, dejanos en paz... ¿Qué? ¡Adiós!-Colgó?

Le miré estrañada.

-Vámonos de aquí. -Se levantó y tiró de mi brazo lo que hizo que yo también me levantase. -Rápido.

-¿Qué pasa Jesús? -Pregunté mientras salíamos andando muy rápido por el camino por el que habíamos venido.

-Nada, sólo tenemos que irnos, nada más.

-Me estás ocultando algo, ¿quién te ha llamado?

-Nadie, estás preguntona eh.

-¡Jesús! -Grité mientras me paré en seco en mitad de una avenida. -No pienso seguir si no me cuentas lo que está pasando.

-Te lo contaré, pero ahora no... ¡Taxi! -Gritó mientras levantaba la mano. Un taxi se paró. -Vamos Babi.

-¡No! Cuéntame qué pasa. -Insistí.

-Por favor. -Me miró a los ojos. Se le veía preocupado. Accedí y fui hacia el taxi.

Nos subimos.

-A Mairena de Aljarafe. -Le dijo Jesús al taxiItitutoHasta llegar a casa de Jesús ni él ni yo hablamos. El miraba a todas partes, preocupado. Verle así también me preocupaba a mi. No le quise preguntar. Tal vez por que temía lo que podía pasar, o por que volviera a negarse a contarmelo.

Abrió la puerta de su casa. Estaban sus padres en el salón. Me moría de vergüenza, pensé que me los presentaría y me pondría roja como un tomate, pero solo les saludamos de pasada y fuimos a la habitación de Jesús.

Nos sentamos en la caman de Jesús.

-¿Y bien? -Pregunté. - ¿Me vas a contar lo que pasa?

-No es nada importante.

-Jesús no soy tu madre, no tienes por qué mentirme.

-No miento.

-¿Y por qué estabas tan tenso? Bueno, siges estándolo.

-La niña esa del Itituto, ¿la habías visto antes?

-No... No lo recuerdo, ¿por qué me cambias de tema?

-No te estoy cambiando de tema.

-¿Y por qué me preguntas sobre ella?

-Era ella la que me llamó hace un rato, en el parque.

-¿Y qué te dijo?

Más de lo que imaginas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora