XXII

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Iris estaba estirada en su cama con el portátil delante de ella y el iPod en un lado. Estaba escuchando a todo volumen a 5 Seconds of Summer mientras acababa el trabajo de biología. Llevaba toda la tarde y mitad de la noche haciendo el trabajo. Alex había subido a las 20:30 para subirle algo de comida, pero ella había sido incapaz de hincarle el diente al filete con patatas. La mahonesa se había derretido y el kétchup parecía tomate frito encima de las patatas mohosas. La morena cogió un coletero y se ató todo el pelo en un moño desaliñado cuando la puerta se abrió sin previo aviso. Alex entró en la habitación mientras Iris apagaba y dejaba a un lado el iPod.

- ¿Sigues con el trabajo? - Preguntó él.

- ¿Tú que crees?

Iris se había vuelto a tumbar en la cama mirando hacía el portátil mientras el chico cerraba la puerta a su espalda.

- ¿Quieres que te ayude?

- No lo necesito, pero gracias.

Alex, haciendo caso omiso del comentario de su amiga, se tiró encima de la cama de ella. Iris, con los ojos en blanco, se apartó para hacerle sitio. Alex, ya situado miraba atentamente la pantalla resplandeciente.

- ¿Qué miras tanto? - Preguntó la muchacha curiosa.

- Todas tus faltas de ortografía. - Dijo el chico sonriendo.

La muchacha cogió uno de lo cojines que tenía a su lado y se lo tiró a la cama a su compañero mientras este se ahogaba de risa. La expresión del mellizo cambió repentinamente y a continuación empezó a teclear las letras con gran rapidez todo aquello de lo que se acordaba de las clases anteriores de biología y todo aquello que se había explicado en cada clase. Iris, mirándole perpleja, no dejaba de pensar en la envidia que les tenía a los dos mellizos. Tanto Luna como Alex tenían una capacidad de retención de información impresionante, y por ese motivo ambos tenían las mejores notas de su clase en todos los campos. Incluso Luna tenía una gran capacidad de retención para el baile, era capaz de acordarse de todos los pasos y de todas los coreografías.

- Alex, no hace falta que me ayudes.

- Si, si hace falta. - Dijo el muchacho. - Eres mi amiga y estoy para eso.

La muchacha se ruborizó de la vergüenza. La sangre le subió hasta las mejillas enrojeciéndolas y calentándolas.

- Bueno... Gracias.

El chico sonrió dulcemente y siguió escribiendo en el portátil. Iris cogió el plato de comida, el cual ya estaba algo frio, y empezó a devorarlo encima de la cama como si el alma se la llevará el dominio. Alex al finalizar el trabajo de Iris cerró el ordenador, guardando antes el documento y cogió la almohada que antes la chica le había tirado. La cogió con todas sus fuerzas y se la tiró a Iris a la barriga. Esta se rebeló y empezó con una guerra de almohadas, de la cual no se supo el ganador hasta que Alex, con fuerza, golpeó detrás de la rodilla haciéndola caer al suelo boca arriba. Esta, antes de caer, le agarró de la camiseta y cayó con ella. Ambos quedaron enfrente del otro. Rostro junto a rostro, y labios separados por centímetros.

* * *

Luna acababa de entrar en la ducha. Las lágrimas le caían por los ojos mientras el agua caía por encima de ella. Había oído a Carlos decirle que le quería, cuando ella a quien realmente amaba era al chico que cada día le sacaba una sonrisa, y le hacía sentir que era la más especial. A su lado se sentía especial, y realmente se sentía guapa. El agua seguía cayendo por encima de piel desnuda mientras se enjabonaba la cabeza. Oyó como la puerta del baño se abrió y alguien entró por la puerta, abriendo la cortina de la ducha.

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