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Cuando despertó, lo primero que inundó su mente fue que era un nuevo día.

Y, por suerte, era un viernes. Un bello viernes que tanto ella como Taehyung, Jungkook y todo el personal de Vogue Korea tenían libre.

No es como si lo hubiera estado esperando hace mucho. En realidad, recién supo que tendría ese tiempo disponible hace 12 horas, cuando le llegó un correo del trabajo en el que se leía claramente:

"Por disposición de la señorita Dello Russo, se extiende el aviso a todo el personal de Vogue en la región asiática que, con motivo de la presencia de sus principales líderes en el Milán Fashion Week de este año y, el innegable éxito de esta, se les concede un día no laborable sin necesidad de recuperación que será ejecutado el día de mañana viernes.

Asimismo, la señorita Dello Russo también les envía sus más cordiales saludos y, agradecimientos a su labor como parte de nuestra industria."

Primero, un viernes libre no le venía mal a nadie, menos a un estudiante universitario, que cumple una jornada laboral de 40 horas semanales y que, debe dividir este tiempo con los que le dedica al estudio para mantener un promedio que le permita, de forma redundante, mantener también su trabajo. Y sí, este era un ciclo para todos entre un sistema educativo exigente y que deriva en un entorno laboral competitivo y comparativo.

Segundo, no terminaba de entender la jerarquía en la revista. ¿Anna Dello Russo no era jefe de Vogue Japón?

Casi podía evocar a Tae diciéndole que sí, que en el papel así era, pero que en la práctica, aquella mujer tan extravagante era una especie de Anna Wintour para toda Asia.

- Solo que con más colores, Jae, todos tienen un estilo diferente.

Y ella, como fotógrafa, lo tenía más que claro. A veces, no podía evitar compararse. Con los años, entendía que no estaba mal, que ello sería inevitable. No siempre sería una comparación para mal, como cuando le decía a Daehyun que en verdad le gustaría tener la delicadeza que su mejor amiga poseía en los pies. De igual forma, Dae también solía comentarle cuánto envidiaba la fuerza que tenía en las manos, donde estaba segura que podría sostener una cámara de cinco kilos como a un polluelo que recién ha roto el huevo.

- Cualquiera de los dos estaría muy seguro ahí, Jae.

Cualquiera de las dos lo tenía claro: su mejor amiga brillaba sin y con estar a su lado.

Pero tampoco podía odiar al señor Choi. En parte lo entendía. Uno tiende usualmente a simpatizar más con quienes comparten sus gustos. Y, ella parecía ser lo opuesto a lo que el señor Choi buscaba más allá de una becaria con conocimiento fotográfico lo suficientemente bueno para sus estándares.

Sus notas la avalaban pero, probablemente su estilo le daba la contra en lo absoluto.

Aunque bueno, Jaesoo, no es como que Jungkook haya entrado precisamente por sus notas.

Eso le diría una pequeña vocecita en la cabeza, aquella que todavía aparecía de vez en cuando, cuando estaba sola y/o atravesaba por alguna situación que amenazaba su mejoría.

Jungkook era talentoso. Tenía imaginación, era disciplinado, buen compañero y parecía estar en su ambiente. Si Vogue había pensado que lo necesitaba, lo tendría. Como becario, fotógrafo oficial o modelo.

Jungkook estaba ahí por algo y punto.

Cuando dirigió su vista a la cama a su lado, vio que estaba vacía. No estaba tendida y parecía que un huracán había pasado por encima pero, Jaesoo estaba segura de que el huracán había salido hace mucho, probablemente para entrenar un poco y luego irse a estudiar.

SENSITIVE   •[Jeon Jungkook]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora