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A veces tenía miedo de lo que la ira podía llevarle a hacer.

Como en ese momento, donde esperaba el auto que le dirigiera a su destino de esa noche. Solo quería subirse, intentar pasar un buen rato al llegar y tener una resaca que se llevara sus recuerdos del último día.

Aunque no era solo miedo, también contenía algo de rabia. Se estaba esforzando por hacer las cosas bien, por ser una persona honesta y trabajar en su autoestima. Tenía todo lo que sus padres hubieran deseado a su edad: Un buen trabajo, un entorno sano y una pareja que entendiera medianamente lo que le pasaba por la cabeza.

Se supone que cualquier otra persona estaría satisfecha.

Y no se sentía así. Por eso le daba miedo.

A veces, solo a veces. Tantas como cuando empezaba a darle algo de razón a que ello venía de genética.

Porque si estaba en sus cinco sentidos, lo negaba. Jamás aceptaría que ello se apoderara de sus entrañas.

No sería como su madre.

Prefería dejar de existir antes que convertirse en un remedo de ella.

Si el taxi no se apuraba, lo pensaría un trillón de veces.

Tantas como las arcadas que ya sentía sin haber probado ni una gota de soju.


Podría ver las luces centellear toda la noche, era un espectáculo muy bonito el que se daba en el salón. Algo diferente a Team Wang, donde reinaba más la comodidad que la elegancia, pero se entendía por la diferencia de ubicaciones. Estaba en una de las casas más antiguas de Gangnam, así que lo ostentoso venía implícito en ese paquete.

- ¿A qué hora decías que llegará Jungkook?

- Calculo que en unos veinte minutos. Pero si quieres ir con tus amigos, no te detengo.

- Si quieres también pueden ser tuyos – mi cara debía reflejar lo que me pasaba por la cabeza – Solo digo.

Agradecía su invitación y sus intentos por agrandar mi círculo social, pero si esperaba que me lanzara entre todos aquellos tiburones de las pantallas, estaba loca. Ya había suficiente impulsividad y valentía para llegar hasta ese lugar. Y había bebido otras dos copas y, no quería ir en camino a convertirme en una alcohólica para compensar las expectativas ajenas.

Aunque sabía que esa no era la intención de Jennie, para bien o para mal.

Había tenido la amabilidad de presentarme como a veinte personas hasta el momento. Ellos también fueron muy amables, lo cual me hacía lamentar más el que no pudiera recordar el nombre de más de diez. Las caras sí me resultaban inolvidables, incluso algunas las había visto desde horas antes. Otras estaban sin el maquillaje que portaban y, algunas más ya tenían como base la sonrisa que delataba que su estado no era el más consciente del mundo.

Jennie era la clase de amiga que, quería que sus amigos fueran amigos de sus otros amigos. Así de redundante y caótico como podría resultar el que se la presentara a Dara y, esta empezara a fangirlear apenas supiera de la idea.

Cuando alguna persona se acercaba al bello jardín que daba a la sala principal donde estábamos, intentaba sonreír aunque, a veces terminaba ignorando esa situación porque el paisaje era cautivador. Mi sueño de niña era tener una casa con piscina y, la que veía afuera era una que tenía una mini cascada bellísima.

A insistencia de mi ahora amiga, me levanté de mi cómodo asiento, siempre con mi cartera colgando porque antes muerta que despreocupada. El dueño de casa había dejado establecido que había acceso libre a todo el primer piso, por lo que a pesar que la casa era enorme, desbordaba de gente. ¿Había más de cien personas acaso? Porque tenía toda la pinta.

SENSITIVE   •[Jeon Jungkook]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora