El viaje era largo, y eso Andy lo entendía perfectamente, pero aún así se sentía abrumado en el auto. Era una de las únicas cosas que no le gustaba de ir a casa de sus abuelos, el gran viaje de 3 horas, un infierno para el pequeño Andy quien miraba por la ventana todavía aburrido.
-Tranquilo Andy, ya falta poco - dijo Carmen mientras miraba su celular, pero era fácil para ella decir eso, ya que ella si tenía un celular para pasar el rato, en cambio el todavía no le compraban diciéndole que cuando tuviera la edad de su hermana le comprarían uno.
Leer tampoco era una opción, no es que no le gustara leer, solo que nunca encontramos un libro que realmente le interesara, simpre pensó que su tipo de literatura todavía no era creada, entonces no buscaría hasta que esa literatura naciera.
Jugar con sus juguetes tampoco era una opción, apenas se podía mover de su asiento, además que no lo dejaban llevar más de 5 juguetes, ya que si el pudiera se traería todos sus juguetes.
Woody se mantenía en las piernas del pequeño Andy, solo escuchando la conversación que tenían los dos mayores. Comentaban cosas triviales, nada que pudiera resaltar fuera de lo común.
Por fin después de 2 largas horas el pequeño Andy pudo divisar el campo, se emocionó tanto y tomó a Woody para que pudiera ver.
-ah~ que recuerdos, cuando hiba a al campamento, hacíamos fogatas, comíamos malvadiscos, nadábamos -empezó a decir Andy.
-"Papá, simpre comentas que eso cada vez que vamos a la casa de los abuelos" - dijo el pequeño Andy mirando a su padre quien lo observó por el retrovisor y pudo ver que decía.
-Lo se - le dio una gran sonrisa, pero no fue correspondida, ya que el pequeño Andy se ponía de mal humor en los autos, buses, trenes, etc. Algo que todavía no tenía explicación muy bien.
Pero el pequeño Andy sabía que todavía le quedaba una hora de viaje, y para él era estar 7 horas en el infierno. Además que ese día hacía mucha calor.
Tocó el hombro de su hermana para pedir un poco de agua, esta sacó de una mochila una botella de agua con gas y se la entrego a su hermano.
La carretera estaba vacía, eso los ayudó a llegar más rápido, ya que habían veces donde las carreteras estaban malas y eso producía tráfico, pero el viaje fue fluidamente bien, y eso les acortó media hora. No era mucho pero para Andy fue como si le hallan quitado 4 horas de estar en ese auto con el calor sofocante y sentir como se le acalambraba el trasero, sus piernas y su cuello.
Por fin Woody y Andy salieron del auto, llegando a una casa relativamente cómoda, acompañada por hermosas flores y animales de granja. En la entrada del terreno se podía leer un cartel que decía "negocio de madegoz", una rara combinación de la palabra madera con el apellido González, le explicó el pequeño Andy a Woody.
—Que bonito es volver a casa — dijo Elena mientras miraba a su alrededor.
—¡Hija mia! — derepente se escucho una voz, todos voltearon y se encontraron con un señor barbón, de cuerpo muy bien esculpido y un poco alto — Cuanto te hemos extrañado — la madre del pequeño Andy abrazo a su padre —Y aquí están mis dos nietos favoritos — abrazo a los dos niños levantándolos y haciendo que estos rieran por la acción.
—Pero si somos tus únicos nietos abuelo — dijo Carmen cuando fueron bajados.
—Pero si es cierto, bueno, igual serían mis nietos favoritos — mientras los niños saludaban a su abuelo un anciana llegó, esta tenía un pelo casi blanco, ya que todavía tenía pelos de su color natural, era un poco más bajita que Elena y por su edad y la fuerza que hacía todos los días su cuerpo era grueso, haciendo que sus mejillas se vieran redonditas y sus ojos más chiquitos, pero eso no quitaba la hermosura de la mujer.
—Suegra —dijo Andy mientras abrazaba a la madre de su esposa —Siempre tan bonita y arreglada —.
—Una señora tiene que cuidar su apariencia — miró a los dos pequeños quienes la saludaron con un abrazo —¿Ese es el juguete el cual nos hablantes? — el pequeño Andy asintió y dejó que su abuelos lo tomarán —Vaya, pero que bonito —.
—Y esta en muy buen estado, te felicito pequeño Andy — dijo el abuelo mientras devolvía el juguete —Pero antes de todo vamos a almorzar, se va a enfriar — realmente no tenían el almuerzo todavía echo, pero no podían decir nada, ya ese señor era anciano, de echo era sorprendete como todavía caminaba bien, aunque cuando eran temas de agacharse, pararse o sentarse era todo un problema.
Andy y Carmen fueron a sus habitantes y empezaron a ordenar sus cosas, querían terminar lo más pronto posible para ir a jugar con los animales.
Cuando por fin Carmen terminó salió de la habitación para ir a jugar con el gato de sus abuelos.
—"Me agradaron tus abuelos" — dijo Woody mientras se estiraba un poco.
—"Ellos son muy amables, vamos a ir a jugar un rato, te enseñaré la granja y después les pediré a mis abuelos tu caja, cuando regresemos a casa te pondré tu caja, podrás volver a hablar y…" —la sonrisa de Andy se desvaneció —"Y podrás ir te" — Woody también dejo de sonreír, quería estar con Bo, pero también se había encariñado con el niño, era obvio que no sería fácil despedirse.
—"Pero lo mejor es aprovechar estos tres días ¿no lo crees?" —Andy volvió a sonreír y asintió, tomó a Woody y su sombrero de vaquero rojo que antes era de su padre.
El día fue maravilloso, no sólo vieron, alimentaron y tocaron a los animales, si no que también fueron a dar un paseo a caballo y ayudar a los abuelos en el trabajo, todo un día de diversiones.
Andy no podía estar más feliz, amaba el campo, sus animales, sus plantas en abundancia, su silencio, su aire, todo. Nunca le molesto la ciudad, de echo el barrio donde vivía era muy tranquilo, pero si le hicieran elegir entre vivir en el campo o en la ciudad, el eligiria el campo sin pensarlo.
No pudo hablar mucho con Woody, pero si podía sentirlo moverse alguna vez mientras hacía sus pequeñas aventuras.
La hora de la merienda llegó y con eso las delicias que le podía entregar el campo.
—Bueno, creo que es mejor que te de tu regalo antes de que se nos olvide — dijo la abuela del pequeño Andy.
—O verdad, ¿dónde lo había dejado? — dijo el abuelo mientras se rascaba la cabeza y empezaba a mirar en los cajones.
—Tu no lo guardaste, yo lo hice — dijo la señora mientras subía al segundo piso para después bajar con lo dicho —Aquí esta, le pertenecía a una muñeca mía, ella no lo ocupa — extendió su brazo hacia el pequeño Andy y le mostró la caja de voz, estaba como nueva.
Abrió la caja con cuidado para mirar adentro, y para su alivio estaba todo en perfecto estado. Le dio un gran abrazo a sus abuelos y les agradeció.
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Toy Story 5 : el regreso de Andy
FantasyWoody es "feliz" en el parque con los juguetes olvidados. Pero un niño se le hace conocido, y en un giro inesperado tiene que actuar como mudo mientras busca junto a un retoño una caja de voz de los años 50'.