Hoy es mi segundo día de trabajo, como el día anterior me voy en el coche con Olivia, ya mañana tendré de nuevo mi propio transporte, me gusta la charla con Olivia pero me encanta más conducir escuchando música con todo el volumen, en mi propio auto y cantando como una loca desenfrenada. Cuando llego a mi oficina me quedo de una pieza al observar al señor achen sentado en mi silla. Lo primero que hago es verificar si realmente es mi oficina y no queda duda de ello; él está concentrado leyendo el periódico; trato de aprovechar esa concentración para irme cuando de repente lo oigo decir:
— Buenos días señorita Grenwoods, ¿acaba de llegar y ya se va? —dobla el periódico y lo coloca en el escritorio me señala una silla —siéntese por favor, estoy por pensar que realmente usted no tiene modales.
Frunzo el ceño, pero él no me ve porque aún estoy de espaldas, volteo lo miro, camino con toda la elegancia que puedo y me siento donde el me indica sin decir una sola palabra. No puedo evitar repararlo es realmente guapo, estoy embelesada por su belleza, sigo sin decir ni una sola palabra, nuevamente pasa su mano por mi rostro sin tocarme intentando sacarme de mi ensoñación
— Señorita Grenwoods, ¿hace esto usted con todo el mundo?
— ¿El qué? — pregunto tratando de adivinar todo lo que me ha dicho mientras le observaba
— El quedarse muda, el ignorar a la gente mientras le hablan, el perder los modales. Si los tiene.
— Si tengo modales señor achen— digo con una voz segura y prosigo— no, me quedo muda y no ignoro a la gente, simplemente me ha sorprendido verle en mi oficina.
Me mira y veo como se le curvan los labios haciendo que en sus mejillas se noten unos pequeños hoyuelos, y me dice:
— bueno está bien, esta es la segunda vez que la veo y no quiero que se quede con la primera impresión — se levanta de la silla y camina hacia una ventana que está ubicada en el lado derecho. — me gustaría que se reuniera conmigo, necesito ponerla al tanto de algunos casos que seguramente tendremos que llevar juntos eso era lo que estaba haciendo con el señor Dónovan cuando tuvo que abandonar la firma de abogados.
— sí señor, achen— me acomodo en la silla, estoy un poco tensa procuro no cruzar con su mirada— he decido que esta semana la utilizare para empaparme un poco de los caso, ya he leído algunos y he anotados algunas modificaciones que nos puedan ayudar a ganarlos.
— Me parece muy bien señorita Grenwoods— me mira, con una expresión difícil de explicar, mientras se dirige a la puerta — entonces nos reuniremos el viernes para preparar el caso, a por cierto y para que me inviten a comer, me debe una disculpa— se va sin darme tiempo a decir nada.
En cuanto el sale de mi oficina me levanto de la silla, y suspiro de alivio, que momento tan incómodo el que acabo de pasar, he visto a este hombre dos veces y de forma literal logra quitarme el habla, es un hombre guapo, que digo guapo. Es un dios griego tengo veintitrés años de edad y nunca había visto un hombre tan hermoso como él, ni siquiera en las películas románticas que veo.me siento y empiezo a repasar los casos, hasta que mi mente me vuelve a traer la mirada de ese hombre, me desconcentra y no sé muy bien porque, apenas lo he visto dos veces y la primera no fue muy agradable que digamos.
Dejo los papeles, no me puedo concentrar salgo de mi oficina y me dirijo al baño, me mojo la cara me refresco y cuando voy de nuevo para mi oficina, me cruzo con un joven más o menos de la edad del señor achen, está vistiendo un traje gris, una camisa blanca, sin corbata un poco casual diría yo, es alto de cabello negro, de ojos verdes y me dice
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NO ME DEJES, NO ME OLVIDES
RomanceEmma Grenwoods una abogada recién graduada, que se muda a nueva york y entra trabajar en la mejor firma de abogados de la ciudad, donde conoce al presidente de la firma: Derek achen un hombre con fama de ser un don juan innato. Tras varios encuentro...