CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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Jungkook dejó de apretar la garganta del alfa cuando sintió que ya no oponía resistencia. La ira se había apoderado de él provocando que perdiera el sentido de la percepción durante unos segundos. No sabía cuánto tiempo había pasado ni por qué no había podido apartar sus manos del cuello del alfa. Sólo recordaba haberlo golpeado después de ver sangre en el cuello de su omega.

Las cosas habían pasado demasiado rápido ante sus ojos. Primero vio a Jimin corriendo hacia la puerta que tenían en frente. Quiso seguirlo pero algo clavándose en su abdomen le provocó un dolor atroz. Se apoyo en la pared y bajó la vista para comprender qué había sucedido. Vio un cuchillo enterrado en su estómago y lo sostuvo debatiéndose sobre si debía quitarlo o si sería conveniente dejarlo allí para no desangrarse. Dejó de pensar cuando escuchó un grito proveniente de su omega. Miró hacia adelante y se topó con que el alfa estaba acorralándolo contra la puerta. La furia provocó que olvidara el dolor en su abdomen y ayudó a que se abalanzara sobre el matón. Después recuerda haber dado un primer golpe en la quijada del alfa, empujarlo contra una pared y propinarle un puñetazo en el estómago. No, fueron dos puñetazos. El alfa jadeó y, en ese momento, decidió por reflejo apretar su garganta. Sintió las uñas del hombre arañando sus muñecas pero no dejó de ejercer presión en su cuello en ningún momento. Luego, lo escuchó decir que si lo mataba Jimin se iría con él. Y eso fue todo, es lo último que recuerda antes de que su mente quedara bloqueada por su instinto. No habría podido calcularlo pero, probablemente, todo había sucedido en menos de un minuto.

Vio los ojos perdidos del alfa cuando su cuerpo cayó al piso y jadeó al percatarse de lo que había hecho. Lo había matado. Eso quería decir que, si realmente ese matón había marcado a Jimin, podría haberlo matado también.

Su pecho se oprimió cuando ese pensamiento invadió su mente y se giró hacia su omega para asegurarse de que aún estuviera con vida, su pulso se aceleró y sus manos comenzaron a temblar por el miedo. No podría haber matado a su omega, no importa qué tan encolerizado hubiese estado, nada iustificaría haber perdido de forma tan desmedida la razón para haber olvidado las amenazas del alfa. Mátame. Hazlo y tu omega se va conmigo escuchó sus palabras en su cabeza de nuevo y un frío estremecimiento recorrió su columna vertebral. No. No.

El panorama que se encontró fue mucho peor de lo que había creído. Jimin estaba inconsciente, acostado sobre el suelo, desangrándose debido a un tajo hecho en un costado de su cuello. La herida no se parecía en nada a una mordida, era un corte recto y profundo sobre su piel.

Jungkook trató de encajar las piezas en su mente cuando las lágrimas inundaron sus ojos. Vio de manera borrosa una navaja ensangrentada en el piso, en vez de un arma de fuego como la que él había esperado que el alfa cargara. Ese maldito hijo de puta pensó golpeando la pared con uno de sus puños cuando entendió que el matón le había mentido para salvarse a sí mismo. No había marcado a Jimin, había intentado cortar su yugular. Pero, ¿cómo iba a saberlo? Después de los golpes que le había propinado en el rostro no podía distinguir si la sangre que corría por la boca del alfa era suya o de su omega, y no había podido ver nada cuando el matón se abalanzó sobre Jimin porque el impacto del otro cuchillo sobre su estómago lo había aturdido..

Sus pensamientos se amontonaron uno tras otro en sólo un instante, el tiempo que tardó en levantar a Jimin del piso para llevárselo. Cuando se agachó sintió un fuerte tirón en el abdomen y recordó que el puñal que el alfa le había clavado seguía en su lugar. Tomó una gran bocanada de aire y alzó a Jimin por la espalda, tratando de olvidar el escozor en su vientre.

En menos de un minuto ya se encontraba subiendo al coche de seguridad a su omega. Las lágrimas no paraban de caer de sus ojos cuando el auto arrancó. Jimin estaba pálido y sus labios habían perdido su color rosado, la sangre manchaba su cuello y se había chorreado hasta la altura de su blazer. Rápidamente Jungkook apartó su ropa para limpiar la herida con la manga de su camisa. No se le ocurrió otra idea mejor. Sólo acercó su rostro al cuello del omega y comenzó a besar el corte, dejando una cantidad abundante de saliva en cada centímetro de la abertura. No sabía si estaba funcionando o no pero no podía parar. Sentía que su propio cuerpo le diría cuando la herida hubiese sanado. Tenía que sanarla.

𝐀𝐒𝐈𝐒𝐓𝐄𝐍𝐓𝐄 ━━━ 𝗞𝗢𝗢𝗞𝗠𝗜𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora