capitulo 4

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Warren, se pasó  toda la mañana ayudando a Delphiane con la limpieza de la posada, ese fue el único modo en el que pudieron convencer al dueño, para que le diera tiempo libre a ella. 

Después del mediodía, cuando finalizaron la jornada, los dos salieron apurados, sin decirle a nadie que irían al cementerio de la villa.

—Fue una noche de locos.

—La mejor que he tenido en años. —Respondió Delphiane.

— Coincido, nunca creí que tuvieras tantos trucos bajo la manga.

—Me preparé bien.

—¿Cómo conseguiste esa fantástica daga?

Ella se puso a reír a carcajadas —¿Te acordas que viste que guarde algo de su cocina?

Warren asintió, sorprendido.

—Era una cuchara de madera.

—¿Cómo pudiste transformar una cuchara en un arma mágica?

—No lo hice, fue  solo un truco, como lo de las cartas, nunca las combiné, realmente.

 Warren se sintió confundido, todo ese tema de los trucos de magia estaban muy por encima de su entendimiento, aunque despertaba una profunda admiración por ella.

Mientras se adentraban en el cementerio, se reavivo, la sensación de pánico, en el interior del joven. La tierra tenía un aroma marchito y al ver como enterraban algunos cuerpos, lo asaltaba la sensación, de que pudieran levantarse y hacer los espantosos sonidos que vio hacer a su abuela.

Su compañera se mostraba indiferente, por su educación, creía que todo era parte de un ciclo mayor y que las flores marchitas en las tumbas, pronto serian parte de nueva vida. Lo que más le llamó la atención fue el hecho de que había pocas lapidas bien conservadas. La mayoría eran solo pedazos de madera rotos. Dejando al descubierto el negocio que había alrededor de la muerte y las diferencias abismales entre quienes podían costear los mejores servicios.

—Pobres almas abandonadas en este lugar.

—En mi ciudad, es un poco distinto. —respondió Warren, rememorando cuando enterraron a su padre, era pequeño y no entendía la muerte.

—Pero peor son las almas en pena que están en este lugar. —Delphiane señalo el osario, un gran foso lleno de huesos. —Tal vez nos topemos con alguna.

Alrededor de una caseta, había huesos colgados de los árboles y de pie una silueta delgada, de pie con una pala, descansando en el exterior.

—¿Se perdieron? — pregunto el hombre desgarbado, mirando a los jóvenes con sus enormes ojos.

—¿Peter Loyd? —Preguntó Warren.

—Que te importa, este no es lugar para jugar o pasear.

—Soy el nieto de Ignatius Chemlys.

Apretando sus dientes amarillos Peter frunció el ceño —¿Qué quiere eso viejo ahora?

—Mi abuelo, está desaparecido, y usted fue la última persona que lo vio.

El guardia, empezó a ponerse nervioso —¿Y quién diablos me vendió?

—Tenemos nuestras fuentes, si usted nos dice todo lo que sabe, vamos a guardar sus secretos. — dijo Delphiane con una encantadora sonrisa.

—Solo le vendí algunos artículos, no tengo nada que ver con sus ideas.

—¿Frascos con órganos humanos?

—Shh... Hablemos dentro.

El piso de la caseta, crujía con las pisadas, ya que estaba bastante podrida, Peter los hizo pasar a una habitación humilde con libros y animales disecados, el lugar olía a formol.

—Yo solo doy servicios especiales, para quienes aprenden a valorar realmente a los muertos. Pero esto es algo malvado, ante los ojos de los cromnustanos.  Aunque no ejercen mucho su poder aquí, los respetamos, porque cuando lo hacen son implacables.

—Comprendo, les divierte atormentar a la gente de clases trabajadoras o bajas.

—Desearía que alguien los pusiera en su lugar.

—Yo también, por eso vine a buscar a mi abuelo, necesito su ayuda para saldar mis deudas con ellos por eso me preocupa su desaparición, su casa estaba algo revuelta.

—Estaba obsesionado con conseguir la inmortalidad, me dijo que había encontrado un libro y la piedra filosofal.

—Vi un libro extraño, pero no encontré ninguna piedra.

—En serio, ¿La piedra filosofal? —preguntó Delphiane

—Eso fue lo que dijo, pero yo no entiendo nada de esas cosas, me dijo que la piedra le susurro y le pidió ciertos ingredientes. Solo se los vendí, pero no sé nada más.

Delphiane, vio que Peter estaba nervioso y algo aterrado. —No se preocupe, no vamos a venderlo a las autoridades, nadie va a hacerlo.

—Eres un ángel, te agradezco, ahora váyanse.

Warren y Delphiane, salieron a las apuradas de la casa de Peter.

Los dos regresaron al néctar del Norte y se pusieron a esperar a Nato, debajo del cartel principal, de la fachada de la posada.

—¿Vendrá?

—No, lo sé, pero si es como su hermano, baila por un poco de oro.

El sol estaba poniéndose, cuando vieron a Nato llegar agitado, se quitó las telas que cubrían su boca para respirar y miró a sus colegas.

—Estoy listo, traje todo lo necesario. —Mostrando una pesada mochila en sus espaldas. —Disculpen, mi hermano no llegó anoche y me entere que lo detuvieron.

—Qué mal...—Exclamo Delphiane.

—Intenté rescatarlo, pero los guardias me superaban, gracias a eso pude traer su equipamiento especial, nada nos va a detener.

—Yo no me entusiasmaría tanto. —dijo Warren.

—¿Por qué? ¿Cómo les fue con Peter?

—Bien, pero no tenía nada que ver con la desaparición de mi abuelo, aunque nos dijo cosas extrañas, habló de una piedra filosa. Debo advertirte que lo que vi en el interior de esa casa fue espeluznante, pasaron cosas raras.

—No te preocupes, soy profesional, a parte ella parece saber mucho de ese tipo de experiencias.

Delphiane esquivo la mirada, era cierto que sabía algunas cosas, pero tal vez no tanto como ellos pensaban.

—Voy a hacer todo lo que pueda—suspirando. —Y no es una piedra filosa, es una piedra filosofal, dicen que puede otorgar la inmortalidad y convertir cualquier cosa en oro. Incluso algunas leyendas dicen que puede revivir muertos.

—Eso debe valer mucho.

—su valor es inimaginable, pero venderla no sería el mejor modo de usarla.

—No importa, creo que este va a ser mi mejor robo.

—Shhh.—Warren lo fulminó con la mirada. —Tenemos que ser bien discretos.

—Yo tampoco esperaría encontrar esa piedra, millones de alquimistas intentaron crearla, pero se dice que fue en vano. Probablemente sea solo un mito.

Warren miró a Delphiane y a Nato, les sonrió, sintiéndose ansioso, pero contento de que esta vez, viajaría acompañado. Los tres se pusieron en marcha y aprovechando las últimas horas de luz , encaminándose hacia la casa de los abuelos.


El extraño pasatiempo del abueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora