Cap 8

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— cuando isbanky llegó mos nuevamente empezó a seducir a su bebé —

Estaba vuelto loco y muy descontrolado!
Volvieron a la ducha para hacerlo.

Tensando más el agarre de sus piernas y usando los hombros como punto de apoyo isbanky se impulsó una y otra vez, acoplándose con facilidad a las embestidas de Mos que le besó el cuello hasta llegar a sus labios.

Capturándose en un beso exigente y apasionado isbankito se dejó llevar, mientras lograba el orgasmo más intenso!
Fuertes gemidos que resonaron en el baño silencioso. Abrazó con fuerza a Mos, que se estremecía de placer mientras le apretaba con los muslos y sentía los espasmos de su orgasmo en su interior.
Jadeante y muy cansado isbanky apoyó la cabeza en el hombro de Mos que le besó tiernamente en el cuello mientras le acariciaba la espalda que empezaba a quedarse fría. Al percatarse de la bajada de temperatura volvió a encender el agua.

— ha estado genial — dijo isbanky algo atontado mientras bajaba del regazo de su amado Mos.

Mos se limitó a sonreír y volvió a abrazarle.
Recuperó el jabón y esta vez lo miró fijamente para jabonar todo el cuerpo de su bebé que se relajó y se apoyó contra él disfrutando de las caricias.

Isbanky bajo el agua caliente, más reanimado ahora, y le dejó lavar su cuerpo del mismo modo que él había hecho antes. Cuando salieron de la ducha todo el cuarto estaba lleno de vapor y el enorme espejo se había empañado impidiéndoles verse reflejados.

Oooh! no te he sacado ninguna toalla. Perdona que no se me ocurriese antes –se lamentó isbanky abriendo uno de los cajones y sacando una amplia toalla gris.
–Creo que no se nos ocurrió a ninguno de los dos, pero eso es bueno. Si hubieses pensado en cubrirme con una toalla justo cuando te estabas calentando replicó risueño Mos aceptando la toalla y secándose con ella Por cierto, había pensado que podemos desayunar juntos si te apetece.

Con la toalla enrollada a la cintura se entretuvo observando cómo se secaba Isbanky el cuerpo flaquito y pálido. Contempló con absoluta fascinación como la mata de vello rojizo del pubis se ensortijaba cuando desapareció la humedad y como se marcaba cada músculo de su torso cuando levantó los brazos para secarse el pelo, que se desordenó en ondas  y algo más oscuras que su tono habitual. Isbanky fue consciente de las observaciones intensas al que se sometía, pero con una sonrisa en su cara lo dejó que observara su cuerpo.

Mos: –¿Te importa si desayunamos en casa? No tengo muchas ganas de salir fuera a estas horas, los domingos las cafeterías se llenan.

Isbanky: –Claro que no me importa.

Mos puso donas de diferentes sabores sobre la mesa para comer!

–Oye, isbanky... –comenzó inseguro–, siento haberte pedido que desayunemos en casa, la verdad es que quería hablar contigo de algo.

Mos tragó lentamente lo que tenía en la boca. Acosado por un mal presentimiento la bola de comida parecía empeñarse en no descender por su garganta Empujándola con un poco de café consiguió que se deslizase hasta su estómago. Carraspeó y se limpió con la servilleta que dejó perfectamente doblada a un lado de la taza.

Isbanky tenía la misma expresión que ponía a veces cuando se concentraba en algo, con una pequeña arruga de preocupación en el entrecejo.

–Tú dirás... dijo al fin.

El tono de mos estremeció a isbanky que le miró directamente a los ojos. Mos también estaba serio, con las manos a ambos lados de la taza de café, como si quisiera sacar fuerzas del calor que irradiaba. Por un momento alargó la mano para coger una de las suyas, pero se contuvo a tiempo.

"Sweet desire"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora