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Kira

Caminé con tranquilidad hacía la escuela, Kurai estaba emocionado con la suya, eso era bueno, me alegraba que estuviera bien.

—Mira, es ella.

—Si que debe gastarse una fortuna con los Haitani.

—Tiene un hijo, que lastima.

Susurros y más susurros, por obvias razones no simpatizaba con este tipo de personas, y no debía porque darle explicaciones.

—Hola pequeña, ¿Al fin nos dirás cuánto te costó la operación después del parto?

—La suficiente con la que a ti te costaría nacer de nuevo —dije para encarar a la chica que se puso a mi lado —Pero ni con eso lograrías algo así.

—Eres una perra muy astuta.

—Y ni siquiera he sacado mis garras.

Sonreí por ello para irme de ahí, aun pensaba en lo que me había dicho Ran, tener que tomar distancia de ellos un tiempo sería complicado, era muy apegada y sería difícil tenerlos un poco lejos.

Pero, a estas alturas, ya empezaba a cansarme de ellas.

Aun así, no la dejaría pasar esta vez, había continuado mi día normal entre comidas volando a mi cabeza y caídas al piso incluido con insultos, pero la hora de salir había llegado, y caminé a recoger a mi enano.

—¡Onee-san!

—¡Ototo! —alcé mis brazos igual de alegre que él —¿Cómo te fue? ¿Fue divertido?

—Sí.

Sonreí por ello para tomar de su mano e ir de camino a casa, pero, la suerte estaba de mi lado el día de hoy, aunque no quería que Kurai se viera influenciado por esto.

—Vaya, pero si es Kira, con su pequeño hijo —sonreí forzadamente ante esa voz.

—Pero si es mi mejor amiga —reí con algo de gracia ante su gusto de desagrado para ver a mi enano y dejarle un poco de dinero en la mano —Ototo, ve a esa máquina expendedora y según lo que esté aquí, tómalo, ¿Sí?

—Sí —sonreí mientras se iba a ir, pero regresé mi vista a ella seriamente.

—No quiero que mi hermanito aprenda de estas cosas, no me importa si me ve, me basta con que no escuche pequeña perra.

—La fría Kira, me preguntó..., ¿Tu fachada de víbora se caería si ven esto? 

Me amenazaba, esa era mi alerta, aun así, sonreí.

—Haz lo que quieras, después de todo, la que terminaría mal serías tu, ¿No? Quedarías como la mentirosa al tacharme de madre joven, aunque no me molestaría si mi enano fuera mi hijo, pero ¿Qué hay de ti? Una pequeña basura como tu no lo entendería, ¡Ups! Disculpa, ni siquiera sabes como dar amor.

La encaré seriamente, no era de dar insultos, pero ya había caído en mi juego, y sus insultos sólo me demostraban más de ella, sonreí más cuando más cuando jaló un mechón de mi cabello.

—Me aburres —dije, al ver su rostro de sorpresa —Creo que sería mejor que dejaras de existir, ¿No te has preguntado porque cada novio que consigues te deja? Tal vez piensen que eres muy poca cosa, tal vez jueguen contigo, no lose, tal vez..., eres un estorbo, así como tu madre no asiste a las reuniones que hay, debe pensar que lo mejor que pudo hacer en ese tiempo..., es abortarte —me apegué más a ella acariciando levemente su mejilla —Es una pena que sigas siendo una molestia en la vida de otras personas, eres muy egoísta.

Comunicación - Hermanos HaitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora