23| ¿En serio lo creen?

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Jack Ross

Todos creen que me conocen.

Pero estaba herido.

¿En serio creen que pueden conocerme cuando cada parte de mí estaba rota?

Las lágrimas seguían rodando por mis mejillas, mientras mi corazón estaba acelerado y mi respiración estaba agitada.

Toda mi mente no dejaba de dar vueltas y...

Ella estaba allí, frente a mí.

Yo negué con la cabeza varias veces, mientras todos los recuerdos no dejaban de pasar por mi mente una y otra vez.

Los golpes de mi padre que me daba una y otra vez, mientras que mi yo pequeño, indefenso, solo quería proteger a mi hermano ante todo.

Cuando el amor de mi vida me dejó por su ex y esa frase que me rompió en mil pedazos seguía dándome puntadas en el corazón.

«Volví con Monty».

Todo era gris, hasta que lentamente se volvía borroso y luego... negro.

Todo era negro.

Mi corazón, mi mente, mi alma...

¿Siguen creyendo que me conocen? ¿En serio?

Los elementos que me habían dañado estaban junto a mí y ella solo me decía con voz apagada que no lo haga.

Que por qué la dejé por Vivian. Que por qué arruiné todo.

Yo arruiné todo.

Y no podia remediarlo.

—No lo sé... —dije, con voz temblorosa—. No lo sé, Mushu...

—Me duele que me llames así, Jack, ¿acaso no lo ves? Todo está mal —susurró—. ¿No ves que estás acabando contigo?—comenzó a bajar un poco más la voz—. ¿No ves que estás acabando con nosotros?

Yo iba a replicar, cuando de pronto solo pude sentir cómo todo ardía dentro de mí. Cada palabra, cada pensamiento, cada... cosa que hacía y dejaba de hacer.

Todo.

—Ven conmigo —mi voz era débil—. Por favor, acompáñame, salgamos de la sala D que arruinó mi vida.

—La sala D no arruinó tu vida Jack. Todo se arruinó con el dolor del tiempo y...

—Te quiero, Jen —la corté, en un susurro—. Y no puedo evitarlo, a pesar de todo.

Ella se relamió los labios y luego de ponerse en cuclillas, clavó su vista en el símbolo de mi chaqueta y luego en mi mirada.

—Ese es el asunto, Jack —tomó aire—. Yo no sé si te sigo queriendo.

Yo enarqué una ceja y pude sentir el dolor acentuándose en cada parte de mí.

Esto no podía ser verdad. No...

No mi Mushu.

No ella.

Yo iba a replicar, pero de pronto escuché un ruido que me hizo sobresaltar enseguida. Miré a Jen y cuando la agarré del brazo, clavé mi mirada en la suya.

—Ven conmigo —tragó grueso—. Escapemos, Mushu. Contigo es con quien quiero estar.

—Jack, no creo que sea buena idea...

—Jen —me relami los labios—. Por favor. No me abandones. No ahora.

Ella asintió

—De acuerdo —apretó mi mano con afecto—. Solo por ti.

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